El pueblo habló
Por fin acabó la campaña. El pueblo habló y ahora empieza una nueva y apasionante etapa. Aún estamos de resaca y no somos conscientes de la convulsión que los resultados de ayer van a producir. Se va a dar la vuelta a la administración como si de un calcetín se tratara. Ya iba siendo hora. Los ciudadanos, pacientes e inteligentes no aguantaban más y han dicho basta, pero en las urnas, que es donde hay que hacerlo.
Los socialistas, en quince días de descalificaciones e insultos, han intentando que el pueblo sencillo y llano olvidara los treinta años que han padecido bajo su yugo. Los ciudadanos tardaron en darse cuenta, pero lo han hecho y los han mandado a paseo. La derrota, sin paliativos, se intentará minimizar, pero sus efectos se harán sentir pronto en la dirección socialista. Si tuvieran un mínimo de dignidad, muchos, con el desalojado Barreda a la cabeza, dimitirían y se irían a su casa. Se lo deben a los miles de socialistas honrados que han visto como sus dirigentes los traicionaban una y otra vez.
Ahora es el turno de Cospedal, y aunque tiene un apasionante desafío por delante, no le arriendo las ganancias. No quiero ni imaginarme como se encontrará las arcas públicas regionales. Aparecerán deudas hasta debajo de las piedras y de liquidez no hablemos, cero zapatero. Menuda faena le espera. Aunque he de reconocer que la seguridad y confianza que trasmite es contagiosa. Su optimismo se ha trasladado sin duda a la sociedad castellano manchega, como demuestran los resultados, de manera que solo por habernos dado una oportunidad de cambiar de gobernantes, ha insuflado una alegría y una esperanza en el futuro de la que estábamos necesitados.
Algo parecido ha sucedido en el ayuntamiento de la capital. Se veía venir. La gente no perdona el despilfarro, la prepotencia y la mala gestión de sus impuestos, como no ha aguantado el despiporre en que se había convertido la gestión de la alcaldesa saliente. Y Bayod, al igual que Cospedal, se encontrará con una herencia municipal envenenada, con una deuda galopante y sin recursos para hacerle frente. Solo con rigurosidad e imaginación, no exenta de sacrificios, podrá combatirla.
Bayod y su grupo municipal han hecho estos últimos cuatro años una oposición seria, comprometida y firme, culminándola con una campaña electoral práctica y cercana. Los frutos no podían ser otros. Cuando uno trabaja bien, al final, tarde o temprano, uno recoge lo que ha sembrado, y por eso Bayod será, con todo merecimiento, la próxima alcaldesa de Albacete.
Tanto una, Cospedal, como la otra, Bayod, han salido triunfadoras, y eso que los obstáculos no han sido nimios. Ahora lo que hace falta es que cumplan sus compromisos de austeridad y eficacia en la administración regional y local. Es lo que queremos y por eso las hemos votado.
Por fin acabó la campaña. El pueblo habló y ahora empieza una nueva y apasionante etapa. Aún estamos de resaca y no somos conscientes de la convulsión que los resultados de ayer van a producir. Se va a dar la vuelta a la administración como si de un calcetín se tratara. Ya iba siendo hora. Los ciudadanos, pacientes e inteligentes no aguantaban más y han dicho basta, pero en las urnas, que es donde hay que hacerlo.
Los socialistas, en quince días de descalificaciones e insultos, han intentando que el pueblo sencillo y llano olvidara los treinta años que han padecido bajo su yugo. Los ciudadanos tardaron en darse cuenta, pero lo han hecho y los han mandado a paseo. La derrota, sin paliativos, se intentará minimizar, pero sus efectos se harán sentir pronto en la dirección socialista. Si tuvieran un mínimo de dignidad, muchos, con el desalojado Barreda a la cabeza, dimitirían y se irían a su casa. Se lo deben a los miles de socialistas honrados que han visto como sus dirigentes los traicionaban una y otra vez.
Ahora es el turno de Cospedal, y aunque tiene un apasionante desafío por delante, no le arriendo las ganancias. No quiero ni imaginarme como se encontrará las arcas públicas regionales. Aparecerán deudas hasta debajo de las piedras y de liquidez no hablemos, cero zapatero. Menuda faena le espera. Aunque he de reconocer que la seguridad y confianza que trasmite es contagiosa. Su optimismo se ha trasladado sin duda a la sociedad castellano manchega, como demuestran los resultados, de manera que solo por habernos dado una oportunidad de cambiar de gobernantes, ha insuflado una alegría y una esperanza en el futuro de la que estábamos necesitados.
Algo parecido ha sucedido en el ayuntamiento de la capital. Se veía venir. La gente no perdona el despilfarro, la prepotencia y la mala gestión de sus impuestos, como no ha aguantado el despiporre en que se había convertido la gestión de la alcaldesa saliente. Y Bayod, al igual que Cospedal, se encontrará con una herencia municipal envenenada, con una deuda galopante y sin recursos para hacerle frente. Solo con rigurosidad e imaginación, no exenta de sacrificios, podrá combatirla.
Bayod y su grupo municipal han hecho estos últimos cuatro años una oposición seria, comprometida y firme, culminándola con una campaña electoral práctica y cercana. Los frutos no podían ser otros. Cuando uno trabaja bien, al final, tarde o temprano, uno recoge lo que ha sembrado, y por eso Bayod será, con todo merecimiento, la próxima alcaldesa de Albacete.
Tanto una, Cospedal, como la otra, Bayod, han salido triunfadoras, y eso que los obstáculos no han sido nimios. Ahora lo que hace falta es que cumplan sus compromisos de austeridad y eficacia en la administración regional y local. Es lo que queremos y por eso las hemos votado.
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