La reciente huelga del Ministerio de Justicia, ha evidenciado las contradicciones y consecuencias del Estado de las Autonomías. Se diseñó para vertebrar España, y se ha convertido en una fuente de problemas y diferencias entre los españoles.
El principal motivo de dicha huelga son las diferencias salariales existentes entre los funcionarios que perteneciendo a la misma categoría, haciendo el mismo trabajo, no cobran lo mismo. Hablamos de retribuciones básicas, según trabaje en una autonomía con la Justicia transferida o no.
Esas diferencias vulneran el principio de que por el mismo trabajo se debe percibir igual retribución. Pero, lamentablemente, lo sucedido con el Ministerio de Justicia es solo la punta del iceberg.
La FEP-USO, ha elaborado unas tablas comparativas de las retribuciones de los funcionarios de la Administración General del Estado (AGE) y del resto de las Comunidades Autónomas. Así sabemos que en Albacete, un Auxiliar Administrativo de la AGE, está cobrando 2.000 euros menos al año que otro de la misma categoría, pero de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha..
Incluso hay oficinas, las del Sepecam, donde esas diferencias se dan entre funcionarios de igual categoría, trabajando mesa con mesa, pero uno depende de la Administración General y otro de la JJ.CC.. Igualmente, los mismos funcionarios de la JJ.CC., haciendo lo mismo y siendo de la misma categoría, cobran menos que los que dependen del resto de comunidades de España. Si en vez de funcionarios hablamos de laborales, hay lugares en los que estos cobran más que los funcionarios y lugares donde ocurre lo contrario. En resumen, un desmadre.
Como que un Policía Nacional o un Guardia Civil, reciba de media 22.406 euros anuales, mientras que un Mosso d’Escuadra perciba 25.600 y un Ertzaintza 28.960. No es justo.
Por eso, no sería de extrañar que el día menos pensado la administración explote. Los perjudicados serán los usuarios. Pero no olvidemos que los funcionarios son también usuarios.
Tranquilos, para eso están algunos sindicatos, para impedirlo. ¡¡Mardito parné!!
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