Cualquiera que vea las noticias en televisión, lea la prensa o escuche la radio se convertirá automáticamente en un antipatriota, en un pesimista. Lo normal, con un mínimo de sentido común, es deducir que la cosa no pinta bien. España no lleva buen camino. Cada día hay más problemas, más tensión, más insatisfacción.
Contra esa cantidad de imágenes e información, los españoles nos encontramos con la duda de ¿qué está haciendo el gobierno de Zapatero para atajar esta situación? Cuando disfrutábamos de las vacas gordas en nuestra economía, no hizo nada, se limitó a vivir de las rentas. Cuando se empezaron a encender las luces rojas de que algo no iba bien y venían las vacas flacas tampoco hizo nada, solo negó esa posibilidad, insultándonos a los que lo avisábamos. Ahora que ya lo estamos sufriendo en nuestros bolsillos, sigue negando la evidencia. Y por supuesto, para solucionar un problema, lo primero que hay que hacer es reconocer que existe.
Los últimos días están siendo muy difíciles. Los paros del transporte, los pescadores, los taxistas, etc., se sufren muy cercanos. La violencia a la que estamos asistiendo en los medios de comunicación muy pocos la recordaban. Por ello, lo primero que quisiera dejar claro es que nunca seré partidario de utilizar la fuerza y la coacción para imponer una huelga. Creo que la huelga es un derecho que todos debemos tener a nuestro alcance, pero nunca las autoridades -para eso cobran-, pueden permitir que quien quiera ejercer ese derecho imponga su decisión a quien no quiera hacerlo. No entiendo como nuestros gobernantes socialistas se atreven a aparecer ante los medios de comunicación diciendo que el suministro está garantizado, cuando no es así.
Parece que el origen de todos estos conflictos es el alza del precio del crudo, lo que se traduce en un aumento sistemático del precio de los combustibles de automoción. La gasolina y el gasoil se han disparado, y la revalorización del euro respecto al dólar -divisa en la que se fija el precio del barril- no es capaz de amortiguarlo.
Por eso hay que saber que cuando echamos un litro de gasolina sin plomo de 95, suponiendo un precio de 1,23 euros por litro, el 48% son impuestos, es decir, por cada litro de gasolina sin plomo que echamos a nuestros vehículos, del precio que pagamos, 60 céntimos son impuestos, que corresponden a 37 céntimos del impuesto sobre hidrocarburos (60% para el estado y 40% para las CC.AA.); casi 5 céntimos del llamado céntimo sanitario, destinado íntegramente a las arcas de las CC.AA.; y poco más de 17 céntimos por el IVA (65% para el estado y 35% para las CC.AA.).
Es decir, en un precio estimado de 1,23 euros por litro para la gasolina sin plomo de 95, pagamos realmente 64,4 céntimos como precio real, más 33,6 céntimos para financiar al Estado y otros 25,7 céntimos para financiar las comunidades autónomas.
Por su parte, considerando el gasóleo de automoción a 1,32 euros por litro, el 40% son impuestos, o sea, por cada litro de gasóleo que echamos a nuestros vehículos, del precio que pagamos, 53 céntimos son impuestos y corresponden: casi 28 céntimos del impuesto sobre hidrocarburos (60% para el estado y 40% para CC.AA.); cerca de 4 céntimos del llamado céntimo sanitario, destinado al 100% a las arcas de las CC.AA.; y poco más de 21,5 céntimos por el IVA (65% para el estado y 35% para las CC.AA.).
O lo que es lo mismo, en un precio estimado de 1,32 euros por litro para el gasóleo de automoción, cada vez que repostamos nuestros vehículos pagamos 79,8 céntimos como precio real, otros 30,7 céntimos para financiar al Estado más 22,7 céntimos para financiar las comunidades autónomas.
En resumen, tenga el precio que tenga la gasolina o el gasoil, cada vez que repostamos nuestros vehículos, las arcas del estado y de nuestras comunidades autónomas hacen caja, por eso, en estos tiempos de crisis, cuando no se tomaron las medidas necesarias en su momento, ahora toca apretarse el cinturón, incluidas las administraciones que podían empezar por reducir un poco su recaudación.
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