Desde la tranquilidad del mes de agosto, donde todos nos relajamos un poco, he decidido hacer balance de los logros conseguidos por Zparo en esta última legislatura. Más que nada para que al regreso del verano, cuando empiece el otoño, sepamos hasta donde nos ha llevado su nefasta política económica. Pero tranquilos, que mientras siga gobernando no habremos tocado suelo.
A día de hoy, lo disfracen como lo disfracen, más de cuatro millones y medio de españoles que quieren trabajar no encuentran donde hacerlo. En esa situación se encuentran más del 40% de nuestros jóvenes. Pero aún es más clarificador saber que cuando el PP llegó al gobierno, allá por 1996, 22 de cada 100 españoles que quería trabajar no encontraba donde. Cuando el PP perdió las elecciones en 2004, esa tasa había descendido a 10 de cada 100. Hoy, desde que Zparo accedió al gobierno, la tasa de desempleo ha vuelto a subir hasta 21 de cada 100.
Solo con estos datos, cualquier persona medianamente inteligente o al menos con dos dedos de frente, aunque solo fuera por su propio interés, deduciría quien crea empleo y quien lo destruye. Pero hay muchos cuya obcecación ideológica les impide reconocer la realidad, y no hablo solo de los sindicatos cómplices del desmadre generado por Zparo, y que ahora claman contra él.
El destrozo laboral producido por su incompetencia ha provocado paralelamente la mayor desaparición de autónomos y empresas, principalmente PYMES, que se recuerda, las cuales se han visto obligados a cerrar. En su huida hacia delante, el desgobierno zapateril inútilmente ha disparado el gasto público, consiguiendo pasar de un 2% de superávit en las cuentas públicas conseguido en 2007, hasta más de un 11% de déficit el pasado año. Total ha disparado el déficit público 13 puntos en apenas dos años.Con todo, como dije anteriormente, mientras Zparo siga comandando la nave, las vías de agua no se repararán, seguiremos hundiéndonos. Es tan cenizo que naufraga hasta en secano. Por lo tanto más vale que busquemos un chaleco salvavidas e intentemos agarrarnos al algo que flote.
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