Asumir responsabilidades

Por dos veces , en Pleno y en Comisión, el Congreso de los Diputados ha reprobado a la actual Ministra de Fomento, Doña Magdalena Alvarez, sin que ésta haya sabido o querido asumir sus responsabilidades y dimitir. El motivo es que es la máxima responsable por lo que ha sucedido este verano en Cataluña.
Lo que ha ocurrido este verano en esa comunidad es muy grave, especialmente en Barcelona, donde ha destacado un deficiente, penoso y lamentable funcionamiento del servicio de Cercanías de RENFE, provocando innumerables problemas, trastornos y quejas de sus usuarios. Solo por la estación de Sants, circulan diariamente mil trenes, siendo más de 400.00 personas las que utilizan éstos, por lo que, si no funciona adecuadamente un servicio público tan fundamental y básico, las consecuencias son enormes.
Pero además hay que hablar del colapso histórico que se produjo en la autopista de peaje A-7 de Barcelona, con retenciones de hasta 75 km. y fomentado seguramente por el pésimo funcionamiento de los trenes de cercanías, lo que invitaba a utilizar los vehículos particulares más de la cuenta, unido al aumento de paso de turismos por las vacaciones.
Para colmo, los barceloneses han tenido el mayor apagón de su historia. En julio, casi 350.000 abonados se quedaban sin luz. O lo que es lo mismo, más de un millón de personas tuvieron que buscarse la vida sin algo tan básico como la electricidad.
Estos no han sido problemas de mal funcionamiento aislados de este verano. Hay que recordar lo sucedido el pasado año en el Aeropuerto de El Prat, que repercutió en más de 100.000 viajeros, producido por la concesión a las empresas que atienden los aviones y cuyos trabajadores llegaron a ocupar las pistas, algo que no ha ocurrido nunca.
Todas estas situaciones consiguieron que muchos grupos parlamentarios entendieran que alguien debía responder políticamente de lo sucedido, por lo que, tanto en Pleno, como en Comisión, se pidió la dimisión de la Ministra del ramo. La respuesta de la Sra. Magdalena Alvarez fue que a ella no la nombra el Congreso de los Diputados, sino el Presidente del Gobierno y que mientras tenga su confianza, no dimitirá.
Lleva razón. Es cierto que la moción de reprobación como tal no está prevista en el Reglamento de la Cámara ni en la Constitución, y es cierto que es el Presidente del Gobierno quien libremente nombra y separa a los ministros de su gobierno, pero también es cierto que el Sr. Rodríguez Zapatero en su debate de investidura manifestó su voluntad política de convertir al Parlamento en el centro de la vida política nacional, por eso, cuando por dos veces, el Congreso de los Diputados ha reprobado políticamente a una de sus ministras, el Sr. Rodríguez Zapatero, que no tiene la obligación legal de cesarla, si que tiene la obligación política de dar la cara y explicar al citado Congreso los motivos por los que no la cesa y mantiene su confianza en la misma. Pero claro sería mucho pedir a Zp.
Lo sorprendente del caso es que, a pesar de que las quejas por lo sucedido han sido mayoritarias y especialmente de todos los grupos políticos representativos de Cataluña, salvo el PSC, a la hora de votar la petición del Grupo Popular, para obligar a comparecer al Presidente del Gobierno, éstos se han opuesto. Piden explicaciones, piden la comparecencia, pero cuando hay que votarla, votan en contra. ¿Quién lo entiende?
No obstante, los mencionados grupos, a la sazón socios de gobierno de Rodríguez Zapatero y del Sr. Montilla en la Generalidad de Cataluña, también han pedido por su cuenta, están en su derecho, la citada comparecencia del Presidente del Gobierno.
Pero demuestran su sectarismo cuando, ante una petición como la suya, por el solo hecho de estar firmada por el Grupo Popular, ya es motivo para que la rechacen. Ni el odio y el rencor lo justificaría. Y es que la izquierda radical que sufrimos en España se cree propietaria de la verdad y el progreso, solo ellos son los demócratas, los tolerantes, los razonables, solo ellos defienden la justicia, la paz y la verdad, el resto somos seres miserables que no llevamos nunca razón ni merecemos el más mínimo aliento.
Para colmo, un partido socialista que se había instalado en el centro izquierda, ha ido evolucionando a posiciones cada vez más radicales y nacionalistas. De la mano de Rodríguez Zapatero ha renunciado a la idea de España que hasta ahora habían defendido, propiciando un debate territorial innecesario y estéril, que nos debilita y enfrenta. Incluso como en el caso de Cataluña, los socialistas quieren ser más nacionalistas que sus socios de Ezquerra, mostrando si cabe, más empeño en la inversión lingüística que ellos.
Obcecarse desde el PSOE en ir más lejos que nadie con el Estatut, ocuparse en extinguir toda educación en castellano o perseguir a quien no rotule en catalán, demuestra la falta de personalidad de los socialistas españoles, los cuales, pese a que a muchos no les agrada, cumplen a pie juntilla las órdenes que dicta Rodríguez Zapatero, el cual, con tal de seguir en el machito, es capaz de vender a Dios y a su madre.¡¡Zapatero vete ya!!

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