En el régimen de Franco, éste mimó especialmente a dos comunidades (antes regiones), Cataluña y el País Vasco (antes Vascongadas), con lo que de injusto supuso tal proceder para el resto de España, que se tuvieron que resignar a emigrar a aquellas tierras donde era fácil encontrar trabajo. Los extremeños, andaluces o manchegos fueron los que realmente sacaron adelante Cataluña, así como los gallegos y cántabros, aunque en menor medida, hicieron avanzar y progresar el País Vasco.
Con esa lectura, seguramente demasiado simple y general, podríamos decir que tanto Cataluña como el País Vasco están en deuda con el resto de comunidades españolas. Ya nos hubiera gustado a los castellano-manchegos (antes no éramos ni eso), que nos hubieran instalado algo parecido a los Altos Hornos o la SEAT, pero tuvimos que resignarnos con seguir siendo agricultores de secano, zona de paso y poco más.
Hoy los tiempos han cambiado y mucho, al menos si los comparamos con aquellos. Hoy somos una comunidad más de España, aunque sigamos estando en el furgón de cola del progreso y la mayoría de índices socioeconómicos conocidos.
Pero hay cuestiones en las cuales hemos tomado la delantera a muchas otras comunidades. Me refiero al hecho concreto de que, mientras Cataluña o el País Vasco se han esmerado y empeñado en fomentar y agrandar sus diferencias con todo lo que suene a español, empezando por el idioma, desde la nuestra, se está apostando, aunque tímidamente, con facilitar a las generaciones futuras los conocimientos adecuados para su integración en un mundo cada vez más globalizado.
En Cataluña o el País Vasco, sus gobernantes, haciendo gala de una miopía evidente, se han empeñado en implantar la inversión lingüística, es decir que cada vez haya más vascos o catalanes que hablen su lengua autóctona. Pero se les ha ido la mano al pretender que este hecho, natural y lógico, tenga que ser a costa del castellano.
Mientras en Castilla La Mancha, es un acierto y así quiero reconocerlo públicamente, cada vez aumenta más el número de centros que imparten su enseñanza en modo bilingüe, esto es que sus clases se dan en castellano e inglés o castellano y francés. Eso si es preparar a nuestros jóvenes para el futuro. Lástima que su implantación haya sido tan tardía, se inició hace apenas dos años, y está siendo tan lenta, apenas contamos con 76 de estos centros para este próximo curso.
Cuando uno viaja por Europa hay un denominador común, en cualquier sitio, ya sea en Francia, Alemania, Bélgica u Holanda, todos además de su idioma madre, hablan otro, mayoritariamente el inglés. Y en un futuro ya cercano, los castellano manchegos, podrán viajar y trabajar donde sea gracias a sus conocimientos lingüísticos, mientras que los catalanes o los vascos se las verán y desearán.
Será muestra ventaja y en ella hay que incidir más decididamente.
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