De tener los españoles que salir fuera de nuestras fronteras para buscarse la vida, pasamos a recibir trabajadores de todo el mundo que vienen hasta España buscando un futuro mejor. Hoy somos el segundo país del mundo y el primero de Europa, en recepción de inmigrantes. Demostrando la importancia que una correcta política de inmigración tiene sobre nuestro futuro. Tampoco aquí, Zapatero, ha desarrollado una política ordenada, convirtiendo a España en un coladero para la inmigración ilegal.
Su medida más conocida para con la inmigración, ha sido la regularización masiva. Provocando un efecto llamada y la tragedia humanitaria que ello ha conllevado. Sin olvidar que dicha medida, fue reprobada y criticada por la Unión Europea, deteriorando aún más la imagen que de España ofrece la política exterior de Zapatero y Desatinos.
Necesitamos inmigrantes, pero de forma ordenada e integrada. Ése es el punto de partida con el que esta semana Rajoy ha realizado sus propuestas sobre inmigración y que recoge el programa electoral del Partido Popular, que se presenta hoy sábado en Alcalá de Henares. Ofrece un sistema de derechos y deberes para los inmigrantes a través del Contrato de Integración. No se inventa nada, ya funciona en otros países.
Francia tiene un contrato de acogida e integración que se tiene muy en cuenta en la concesión o denegación de permisos. Bélgica tiene un modelo bastante similar. Holanda impone un examen previo de integración, no solo para los que llegan, sino también para los ya residentes. Dicho examen se refiere a la lengua, costumbres y valores holandeses. En el Reino Unido, a finales de 2005, se implantó el examen Vida en el Reino Unido, obligatorio en los procesos de concesión de la nacionalidad británica. Es más, en marzo de 2006, los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia, Polonia y España se reunieron en una cumbre informal estudiando la posibilidad de implantar un «contrato europeo de integración» o un «examen europeo» para inmigrantes que desean ser ciudadanos de un Estado miembro de la Unión Europea.
Sorprendentemente, los acólitos de Zapatero han salido en estampida a descalificar las propuestas realizadas por Rajoy, demostrando que no solo no son capaces de aportar soluciones a los problemas reales, sino que rechazan cualquier iniciativa que no venga de ellos mismos. Incluso las que ya se les han planteado a nivel europeo. Pero ladran, luego cabalgamos. Nosotros a lo nuestro, a proponer soluciones y compromisos como este Contrato de Integración que, con plena validez jurídica, significa que quien lo firme se comprometerá a cumplir las leyes y a respetar las costumbres de los españoles, a aprender nuestra lengua, a pagar impuestos y cotizaciones, a trabajar activamente para integrarse, y a regresar a su país si durante un tiempo determinado no encuentra empleo.
Por el contrario, España se comprometería a conceder al inmigrante los mismos derechos y prestaciones que a un español, a ayudarle en su integración, a respetar sus creencias y costumbres, siempre que éstas últimas no sean contrarias a las leyes españolas, a enseñarle la lengua, a ayudarle y formarle para encontrar empleo, y a colaborar en su retorno si carece de empleo y de medios.
Otra propuesta es la expulsión de los inmigrantes que no cumplan la ley, incluso si cuentan con permiso de residencia en nuestro país, siempre que su delito no sea tan grave que merezca cumplir su pena en España, tras lo cual se aplicaría la expulsión. Todo unido a una política común en la Unión Europea, mejorar el control de las fronteras y dotar de más medios a las fuerzas y cuerpos de seguridad para perseguir a las mafias que trafican con seres humanos y que los extorsionan una vez en España.
Por el contrario, Zapatero con su política de regularización masiva ha transmitido el mensaje de que la entrada ilegal en nuestro país es una fórmula válida y eso se tiene que acabar. En marzo del 2004, la inmigración era un problema sólo para el 9% de los españoles. Ahora ya para más del 30%. Los ciudadanos se han dado cuenta de la incapacidad para gestionar este asunto y que Zapatero ha convertido en un problema.
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