Se abrió la veda

Una vez conocidas las candidaturas del Partido Popular para las próximas elecciones generales, con arreglo al manual socialista, se procedió a analizar y escudriñar pormenorizadamente a todos y cada unos de los candidatos incluidos. No se trataba de confrontar programas, ideas, soluciones o propuestas, tienen pocas y además no funcionan. A los socialistas solo les interesa buscar cualquier atisbo de debilidad que sea atacable, real o imaginariamente, de cualquiera de los candidatos opositores.
Esta práctica la implantó nuestro paisano Pepe Bono, conforme llegó al gobierno de nuestra recién inventada comunidad autónoma. La cogió siendo una de las zonas más deprimidas de España, estábamos en el furgón de cola del progreso y modernidad. Después de más de veinte años, la dejó en el mismo lugar. En el furgón de cola. Eso sí, él se había hecho rico y había colocado a sus amiguetes en “su” administración. No temporalmente, sino indefinidamente. Ese es uno de sus legados.
Se presentó al congreso que los socialistas celebraron para buscar un nuevo líder. Tenía todas las papeletas para ganar. La noche anterior telefoneó al presidente Aznar anunciándole su victoria y disposición para el diálogo. Aznar le pidió esperar a que se confirmara la elección. Y ocurrió como en el cuento de la lechera, se le rompió el cántaro de votos y perdió. Fracasó. Fue derrotado por un desconocido Zapatero, quien, una ver le había humillado le ofreció incumplir su promesa de no cruzar el Tajo. Quería hacerle Ministro. A él, que había sido todo en Castilla La Mancha. Había paseado bajo palio. Tuvo el poder absoluto. Se llevaba bien con Dios y con el diablo. Con empresarios y sindicatos -subvención tras subvención-. Estaba harto de regalar relojes, de mitinear y cambiarse continuamente de camisa -suda que se las pela-. Y aceptó.
Desembarcó con sus amiguetes. Los colocó estratégicamente y tomó la primera medida importante. Se auto-concedió una medalla. Manda huevos que diría Trillo. Para esto llega uno a ministro, para colgarse una medalla por meritos desconocidos. Después quiso seguir en el plato y en las tajás, es decir, con Zapatero y con las víctimas del terrorismo y claro, siempre no se puede engañar a todo el mundo. El escándalo desembocó en que la justicia tuvo que dejar por mentiroso a nuestro insigne paisano. Nadia le había agredido. Aunque él mintiera y se vendiera como víctima.
No quiero olvidarme de la peor acción protagonizada por este maestro de la mentira y la manipulación. Hablo del caso del Lino. Sus declaraciones, insultos, acusaciones y falta de escrúpulos evidenciaron el tipo que realmente se esconde bajo una apariencia campechana y simpática. De alguna manera, Bono, con sus insidias y falsedades ayudó a llevar a la tumba a algunos de los que acusó injustamente. Si tuviera un mínimo de conciencia habría pedido perdón. Pero de Bono, sería esperar demasiado.

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