Solo quien reconoce que tiene un problema será capaz de resolverlo. Eso es lo que nos viene ocurriendo desde el segundo trimestre del pasado año 2007, que tenemos un problema de desaceleración de nuestra economía y necesitamos soluciones, pero para eso hay que reconocer que existe ese problema. Zapatero dice que solo es un ajuste gradual y moderado de nuestra economía. Que se lo pregunte a la gente de la calle.
Uno de los síntomas es el enfriamiento que se viene produciendo en el sector de la construcción, cuya actividad ha caído un 3,9% en noviembre pasado, frente al 0,2% que ha caído en la Unión Europea. Es evidente que su ritmo se ha ralentizado, como lo prueba el hecho de que se venían construyendo cerca de un millón de viviendas al año y para este 2008, se estima que apenas serán la mitad. Consecuencia directa de que los plazos para vender inmuebles aumentan, habiendo actualmente más cerca de un millón de viviendas nuevas sin vender, siendo un lastre importante para el sector y su futuro.
En el tercer trimestre del pasado 2007, se iniciaron un 7,6% menos de viviendas de renta libre que en el trimestre anterior. Mientras que en los doce últimos meses, se iniciaron un 5,2% menos viviendas que en el mismo periodo anterior. Es decir, cada día que pasa se inician menos viviendas, o lo que es lo mismo, la crisis es más evidente.
Si hablamos de transacciones, de compra-ventas de inmuebles, en los últimos doce meses ha habido un 3,9% menos de operaciones que en el mismo periodo anterior. Mientras que en el segundo trimestre de 2007, respecto al mismo periodo del año anterior, la caída ha sido del 16%. Lo cual también nos indica que cada día que pasa, la actividad de compra-ventas en la construcción se reduce significativamente. Peor es que las previsiones de empleo en el sector, básico en nuestra economía, son muy pesimistas, hasta desde la Oficina Presupuestaria del Presidente del Gobierno (Sr. Taguas) se anuncia que en los próximos años pueden perderse hasta 350.000 empleos.
Toda esta situación viene propiciada por el cambio de ciclo económico mundial, pero que a España, no preparada para esta situación, le ha pillado a contra pié. Por eso nuestros precios suben el doble que la Unión Europea. Nuestra excesiva dependencia de la financiación exterior nos condiciona ante la permanente subida de tipos, lastrando nuestra economía y reduciendo nuestra capacidad de consumo.
Si cada vez tenemos menos dinero en nuestro bolsillo, podremos gastar menos, aumentaremos nuestro endeudamiento, bajaremos el consumo, y si hay que elegir entre comer o comprar casa, lógicamente preferiremos comer. Es la pescadilla que se muerde la cola. Si no hay dinero no se gasta, no se compran casas, no se construyen, no hay trabajo, no se venden muebles, cemento, electrodomésticos, ladrillos, etc. Y para colmo, Castilla La mancha es una de las que más se van a ver afectadas por esta situación.
Es más, como hemos vivido alegremente con tipos de interés muy favorables, el ahorro se ha invertido en compra de inmuebles. Ahora hay que hacer frente a las finalizaciones y entregas de viviendas. Hay que firmar escrituras y suscribir hipotecas, pero a unos tipos muy superiores para los que dudosamente tenemos capacidad de pago. La consecuencia es que la morosidad sube paulatinamente, habiéndose llegado a contabilizar un total de casi 14.000 millones de euros de créditos considerados de dudoso cobro por las entidades financieras. Lo que supone un incremento de más de 600 millones respecto al mes anterior y casi 4.800 millones más respecto al mismo periodo del año anterior. Como en la crisis pasada, los bancos y Cajas serán los acaparadores de viviendas e inmuebles para cobrarse los préstamos impagados. Tiempo al tiempo.
Hay que adoptar medidas de choque para atajar esta situación y dudo mucho que quienes han estado cuatro años sin hacer nada, viviendo de la herencia y de la inercia, sean capaces de danos soluciones. Una de ellas es bajar los impuestos, como ha prometido Rajoy, para que, al tener más dinero en nuestros bolsillos, podamos cubrir mejor nuestras necesidades, gastar más, consumir y animar nuestra economía.
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