La pasada nochebuena, más de quinientas personas se congregaron a las puertas de la prisión donde está encerrado el Alcalde de Totana para mostrarle su respaldo y apoyo. Está acusado de distintos delitos relacionados con la construcción. Aquello de que hay que presumir la inocencia de uno hasta que se demuestre lo contrario, en este caso, parece no ha servido de mucho. Puede que tenga algo que ver el hecho de que el actual ministro de Justicia haya sido designado cabeza de lista del PSOE por Murcia en las próximas elecciones. Hay que preparar el terreno. Buscar mierda y poner el ventilador a ver si así sacan unos resultados decentes en esa circunscripción.
Aquí, en nuestra tierra, todo lo contrario. Sale en los medios de comunicación y la opinión pública las denuncias contra el Alcalde socialista de Hellín, pero no pasa nada. No se detiene a nadie, ni se incomunica, ni se presupone nada, salvo que es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Todo sigue igual que antes. Eso sí, por si los tribunales de justicia se equivocaran, los socialistas deciden blindar al susodicho. Lo proponen para el Senado, adquiere la inmunidad que lleva pareja y asunto acabado. No podrá ser inculpado ni procesado sin la previa autorización de dicha Cámara.
Por cierto, he leído sus declaraciones a raíz de su inclusión como candidato al Senado. Preguntado sobre si compatibilizará su nuevo cargo con el de Alcalde, dice que nunca hubiera aceptado, si ello supusiera tener que elegir entre uno de los dos puestos, afirma que nunca traicionaría la confianza que acaban de depositar en él sus vecinos. Supongo que no estaría pensando en su compañero Pérez Castell.
Y hablando de Pérez Castell. También se descuelga con una entrevista donde, además de ponerse medallas, como no, habla de la decisión más difícil que ha tomado en sus años de gobierno municipal. Dice que fue “exigir la planta de ósmosis inversa. Sin saber cómo. Una mañana de octubre yo me encuentro a la hora de las firmas, un papel solicitando a Europa la exención de la ciudad para que pudiéramos beber agua que no era de la calidad adecuada porque tenía exceso de sulfatos. Me costó no firmar esa solicitud en torno a quince días, porque tenía un dilema. No firmar el papel significaba retrasar la llegada del agua del río Júcar, pero al mismo tiempo no teníamos garantizada su calidad durante todo el año. Por eso dije que no firmaría hasta que nos aseguraran que la ciudad tendría planta de ósmosis para eliminar el exceso de sulfatos. Cuando conseguí que el gobierno de España, y después de muchas visitas, pues tengo costumbre de negociar, sea cual sea el gobierno de la nación, me lo asegurara, solicitamos, provisionalmente, la exención”.
Este ha sido un tema del que se ha hablado y escrito cantidad, pero como él lo saca, hay que volver a explicar la verdad. En abril de 1998, el Pleno del Ayuntamiento de Albacete, estudió construir una Planta de Ósmosis Inversa para tratar el agua que se extraía de los pozos, ya que esta tenía excesivo contenido de sulfatos, nitratos, pesticidas, etc. Tanto López Cabezuelo (PSOE), como Martínez Valero -había “progresado” de IU a ICAM, luego PSOE-p y ahora PSOE a secas-, se opusieron, argumentando como suficiente la planta potabilizadora prevista con la traída de aguas del Júcar, que nos había concedido el gobierno de José Mª Aznar.
Finalizó dicha obra y llegó el momento de abrir el grifo.¿Cómo Pérez Castell iba a permitir que esta obra tan necesaria y reclamada a través de los años, se le pudiera achacar a Aznar?, había que enmerdarla como fuera. Y se sacó de la manga lo que dos años antes habían rechazado. La necesidad de construir una planta de ósmosis inversa. Amenazó con dimitir antes que abrir el grifo al agua del Júcar y retrasó lo que pudo su llegada, mientras los albaceteños seguíamos bebiendo agua de los pozos, que era mucho peor. El Gobierno del PP cedió y firmó con la JJ.CC. un protocolo para construir una planta de nanofiltración -parecido a la ósmosis inversa-. El costo lo pagarían ambas administraciones. Pérez Castell, como Alcalde de Albacete suplicó un hueco en la foto, aunque no poníamos ni un céntimo. Éramos invitados de piedra.
Se desatascó el asunto. Pérez Castell accedió a abrir el grifo. El agua ya no era tan mala como había defendido. Desde entonces han pasado un puñado de años. El agua sigue siendo la prevista, incluso -otro tanto de Castell- ha empeorado al mezclarla con la de los pozos. Eso sí, gracias a su gestión, su precio se ha multiplicado por bastante más que el IPC. Además ha inventado una prórroga de la concesión y la constitución de una empresa mixta de la que es su flamante Presidente. Ambas cuestiones a costa del bolsillo de los albaceteños y ambas pendientes de decisión judicial.
De la planta de nanofiltración que decir. Tras muchos años anunciándola, hace pocas fechas se adjudicó la obra que finalizará en 2009, pero, ante su deserción como primer edil, no podrá inaugurarla como Alcalde. Eso sí, su herencia es que en el costo de la obra, sustituyamos al gobierno regional. Es su último roto en nuestros bolsillos.
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