Alea jacta est

La suerte está echada, fueron las palabras que solemnemente pronunció Julio César en el momento de cruzar el río Rubicón, que escenificaba su rebelión contra el Senado de Roma, por lo que comenzaba su larga guerra civil contra Pompeyo. En sí, esta frase significa que se ha dado un paso de no retorno. Es decir, ya no hay vuelta atrás. Para bien o para mal la decisión está tomada y hay que asumirla.
Eso es lo que ha ocurrido el pasado domingo. La suerte está echada. No caben lamentos ni excusas. Los españoles hemos votado y hemos decidido que, al menos inicialmente, durante los próximos cuatro años siga gobernando Zapatero y sus muchachos. Aunque muchos hicimos lo imposible porque no fuera así, al final la mayoría se decantó por seguir bajando la pendiente y hay que asumirlo.
¿Y a ahora qué? Ahora cuatro años más de avances en políticas sociales –los homosexuales podrán adoptar, habrá aborto libre, nuevas regularizaciones de inmigrantes, mayor permisividad delictiva, los dependientes seguirán esperando, la violencia de género creciendo, aumentará el número de ricos y también el de pobres, y lo que es peor, la distancia entre ambos, etc.-, pero la mayoría de españoles sentirán el orgullo de haber contribuido a ello con su voto.
Seguirán subiendo los precios y la inflación mucho más que los salarios. El paro continuará creciendo. Aumentará la morosidad. Las Cajas y Bancos volverán a embargar inmuebles a diestro y siniestro. La construcción seguirá cayendo, produciendo parados y quiebras. Volverán a subirnos los impuestos. Seguirá el canon pro-titiriteros. Pero eso sí, en junio nos devolverán a cada contribuyente 400 euros.
Pero hay que ser optimistas. Zapatero aparecerá una y otra vez en la tele diciendo que no pasa nada, solo una ligera desaceleración. Y la mayoría tan contentos. Es la contribución que habremos de pagar por elegir como presidente a un mal gestor -inepto e incompetente - como Zapatero.
Y lo mejor de todo es que seguiremos siendo la cuna de la paz, de la concordia y la alianza de civilizaciones. ¡¡Vamos, la envidia del mundo!!