A pesar de toda la demagogia que se hace desde las altas esferas socialistas, las medidas adoptadas para luchar contra la violencia de género han resultado un estrepitoso fracaso. En lo que va de año, a la hora en que escribo estas letras, ya se han contabilizado 17 de mujeres asesinadas por violencia de género.
Seguramente, los colectivos feministas de izquierda, ciegos ante los hechos y la realidad que vivimos, nieguen este fracaso, pero los datos son tozudos y están en la calle. Datos tan elocuentes y sorprendentes como el que apenas se cuente con 30 policías nacionales para proteger a 7.000 mujeres, cuyas ordenes de protección les desbordan y traumatizan. Estos pocos policía se ven impotentes para proteger a tantas mujeres amenazadas por sus parejas, no creo que nadie se atreva a discutir que son insuficientes. Estos datos demuestran que para Zapatero la violencia de género es solo una coartada de propaganda y demagogia.
Eso no es todo. Si hay pocos policías para atender las ordenes de protección, en el caso de los psicólogos aún es peor. Su cifra, ninguno. Y todo porque la evaluación de riesgo de cada víctima la hace un programa informático, en vez equipos médicos.
Pero aún es peor. Resulta que esos escasos treinta policías encargados de las órdenes de protección, no cuentan con vehículos oficiales para ello, teniendo que utilizar los suyos particulares cuando tienen que acompañarlas a juzgados y casas de acogida.
Todo estos hechos contradicen la euforia zapateril-socialista y dejan en muy mal lugar al hasta ahora presidente, el cual, insisto, utiliza la violencia de género para hacerse propaganda y vender humo. El fracaso de sus medidas es más que evidente.
En 2004 cuando tomó posesión de su inesperado cargo, prometió solemnemente que acabaría con el machismo criminal. Ya finaliza su mandato y conocemos que en realidad poco o nada ha hecho para que haya suficientes medios materiales y humanos que protejan a las mujeres amenazadas.
Se ha demostrado que no es suficiente con aprobar una ley integral para luchar contra la violencia de género, eso solo es una herramienta, si no se acompaña de los medios necesarios para llevarla a la práctica, el fracaso está garantizado. El gobernante no solo tiene que legislar. Además tiene la obligación de facilitar los medios, los funcionarios, el presupuesto y la energía que sean necesarios para proteger a las mujeres amenazadas. Para eso uno tiene que estar firmemente convencido de lo que está haciendo. Pero ese no parece ser el caso de Zapatero.
Lamentablemente, Zapatero piensa que con hacer leyes es suficiente. No es el único ejemplo, ahí tenemos la Ley de Paridad o la tan cacareada Ley de Dependencia. Aprueba el texto legal, lo vende a las mil maravillas, incluso convence a muchos de que son una realidad exitosa, pero lo cierto es que se olvida de lo principal, que para llevar a la práctica estas iniciativas se necesitan recursos humanos, dinero y ganas de implantarlas en nuestras calles y plazas. Otra vez vuelve a olvidar a los ciudadanos.
Tristemente Zapatero es el campeón de la demagogia y la propaganda, olvida que la violencia de género es un asunto muy grave con el que no caben bromas. Todos, y él más que nadie, somos responsables de que el pasado año murieran 74 mujeres, la peor cifra jamás conocida. Son demasiadas, siempre son demasiadas, pero, independientemente de los culpables materiales de esos crímenes, todos deberíamos preguntarnos que podemos hacer para evitarlo. Basta ya de palabrería, hay que tomar iniciativas de verdad. ¡¡Ni una mujer asesinada más!!.
Cuando los datos nos desbordan, la ocurrencia de Zapatero es, si sigue siendo presidente, convocar una Conferencia de Presidentes Autonómicos. A estas alturas y con una situación tan grave, a mí me parece una burla y una tomadura de pelo.
Es hora de cubrir las carencias humanas y materiales que antes he mencionado, pero además hay que poner en práctica nuevas medidas y nuevas herramientas que aseguren la integridad de las mujeres amenazadas. Algunas podrían ser: planes personalizados de seguridad; reformas legales para que los quebrantamientos de las órdenes de protección puedan ser tratados en juicios rápidos; eliminar algunos atenuantes que persisten en nuestra legislación actual; sin olvidar el incremento importante de policías dedicados exclusivamente a la violencia de género y la implantación de sistemas de comunicación directa entre ellos y las mujeres amenazadas.
Basta ya de demagogia. Hay que arremangarse y trabajar sin descanso para que las mujeres que hoy se sienten amenazadas puedan vivir en paz. Se lo debemos.
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