A correr que vienen las subprime.

Últimamente nos estamos acostumbrando a palabras cuyo significado realmente desconocemos. Por ejemplo “subprime”. Para colmo, quienes saben de eso lo unen a los tiempos de crisis en que nos movemos. Parece como si todos los males del mundo vinieran provocados por esta palabreja. Vamos, que oímos subprime y es como mentarnos al diablo. La culpa de todo la tienen las subprime.
Una vez informado -yo tampoco tenía ni idea de que significaba-, intentaré compartirlo con ustedes. Empezaré por recordar que durante muchos años hemos disfrutado de un precio del dinero muy bajo, es decir, unos intereses muy asequibles, provocando que las entidades financieras, especialmente las americanas, vieran reducidos sus márgenes.
Algo tenían que hacer los bancos para que aumentaran dichos márgenes, y se les ocurrió dar préstamos más arriesgados, destinados a clientes sin ingresos fijos, sin empleo fijo, sin propiedades, a los que denominaron ninja, y a los que cobrarían más intereses por tener más riesgo de impago. Todo ello aprovechando el boom inmobiliario, sobretodo en Norteamérica.
Además, decidieron conceder créditos hipotecarios por un valor superior al de la casa que compraba el ninja, porque, con el citado boom inmobiliario, esa casa, en pocos meses valdría más que la cantidad prestada. A este tipo de hipotecas, les llamaron “hipotecas subprime”. Mientras que se llaman “hipotecas prime” las que tienen poco riesgo de impago. Además, como la economía norteamericana iba muy bien, el deudor, hoy insolvente, podría encontrar trabajo rápidamente y pagar la deuda sin problemas.
Este planteamiento fue bien durante algunos años. Los ninja iban pagando los plazos de la hipoteca y, además, como les habían dado más dinero del que valía su casa, habían hecho reformas, se habían comprado un coche, incluso se habían ido de vacaciones con la familia. Todo ello, seguramente a plazos, con el dinero que habían recibido de más y que, en algún caso, completaban con ingresos en algún empleo o chapuza que habían conseguido.
Todo funcionaba razonablemente bien, pero cualquier persona con un mínimo de sentido común, aunque no sea un entendido, pensará que si algo falla, el batacazo en cadena puede ser importante. Las fichas de dominó caerían una detrás de otra.
Para colmo, los bancos también decidieron aumentar el número de operaciones crediticias, y como iban dando muchos préstamos hipotecarios con mucha facilidad y alegría, se les fue acabando el dinero. La solución fue acudir a otros Bancos para que les prestasen el dinero que necesitaban, porque para algo está la globalización.
Con ello, el dinero que usted o yo, hoy por la mañana, hemos ingresado en la una oficina de una entidad bancaria de nuestra confianza de toda la vida, puede estar esta misma tarde en Kentuky (EE.UU.), porque allí hay un Banco al que nuestra entidad bancaria le ha prestado el dinero que usted o yo le hemos ingresado, y que lo utilizará para prestárselo a un ninja. Es decir nuestro dinero sirve para conceder una subprime.
El ninja de Kentuky no sabe que el dinero le llega desde Albacete, y usted o yo no sabemos que nuestro dinero, depositado en una entidad seria de toda la vida, empieza a estar en un cierto riesgo. Tampoco lo sabe el director de la entidad donde hemos ingresado nuestro dinero, que sabe -y presume- de que trabaja en una entidad seria. Ni siquiera lo sabe el Presidente de dicha entidad, que sólo sabe que tiene invertida una parte del dinero de sus inversores en un Banco importante de EE. UU.La globalización tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes y sus peligros. La gente no sabemos que estamos corriendo un riesgo que no hemos buscado, pero si sabemos que esas operaciones llamadas subprime que creemos no tienen nada que ver con nosotros, nos convierten en otra ficha de dominó que se ve afectada por la crisis. Queramos o no, lo que pasa en el culo del mundo nos afecta antes o después.

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