Está pasando desapercibida la actividad del Congreso de los Diputados. Allí, el pasado martes, entre otras cuestiones, el grupo PP presentó a debate y aprobación -fue rechazada- una moción proponiendo 114 medidas para reactivar la creación de empleo ante la actual crisis económica. Y digo crisis económica -a riesgo de ser tachado de antipatriota- porque seguir gobernando negando la realidad tiene malas consecuencias.
Básicamente se trataba de una propuesta completa, ambiciosa, que abundaba en recetas conocidas y reconocidas por todos los que vivimos el crecimiento económico y la creación de empleo generados en España durante los gobiernos de José Mª Aznar. Después, Zapatero ha estado viviendo de esas rentas hasta que llegó la crisis. No hizo nada para prepararnos para las vacas flacas y hoy lo estamos pagando.
Lo primero que el PP pretendía con esas medidas, de haberse aprobado, era transmitir a la sociedad un mensaje de confianza en nuestra economía y su capacidad para salir de los derroteros por los que nos deslizamos peligrosamente. Proponía medidas económicas dirigidas a las pequeñas y medianas empresas, así como a las familias, entendiendo que son las que están sufriendo principalmente la crisis y también son los que pueden tirar del carro y sacarnos de ella.
Pedía reformas institucionales, presupuestarias y de ajuste para todas las administraciones públicas. Proponía reformar el IRPF para los compradores de viviendas. Bajar el impuesto de sociedades a las pequeñas y medianas empresas. Incluso pretendía que la medida de los famosos 400 euros se convirtiesen en una reducción de las cotizaciones de la parte de la Seguridad Social a cargo de los trabajadores, con lo que se garantizaba beneficiar precisamente a los que menos renta tienen. También proponía reducir la cotización al Fondo de Garantía Salarial.
Para atajar la subida de precios, el PP pedía incrementar la competencia en los sectores de energía, comunicaciones, transporte, distribución comercial y servicios a las empresas. Defendió la unidad de mercado, pidiendo una ley de unidad de mercado y la liberalización del sector servicios. Insistió en la necesaria mejora de la competitividad de las pequeñas y medianas empresas, y en los trabajadores autónomos, proponiendo medidas concretas que potenciaran el comercio exterior, la investigación, el desarrollo y la innovación, respaldando la implantación de nuevas tecnologías, así como la rápida instalación de fibra óptica para mejorar nuestra eficiencia económica. En cuanto a la política energética, la apuesta era aumentar la competencia en todos los proyectos, procesos de generación y comercialización energética, promoviendo energías renovables y reduciendo la dependencia del exterior.
Unos tienen soluciones y las proponen. Otros ni saben, ni contestan.
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