Como si no fuera con nosotros

Estos días estamos asistiendo a otro eslabón más en el esperpento que quieren conseguir los nacionalistas. Vuelven a dar una vuelta de tuerca a su pretensión de separarse de España. Y mientras, muchos se limitan a mirar y verlo como muy lejos, como si no nos afectara. No es nuestro problema.
Esta actitud me recuerda un cuento que dice así: érase una vez una granja donde un ratoncito estaba mirando por un agujero de la pared y asombrado vio como los dueños de la casa recibían un paquete. ¿Qué contendría? Se preguntó curioso.
Horrorizado comprobó que lo que habían recibido en ese paquete era una trampa para ratones, por lo que corrió raudo a avisar al resto de animales que también vivían en aquella granja. Les gritó ¡¡hay una ratonera en la casa, hay una ratonera en la casa!!
La gallina, entretenida en escarbar y cacarear, levemente levantó la cabeza y le dijo “entiendo que haya una ratonera en la casa sea un gran problema para un ratón, pero no veo en que medida me puede afectar a mi, que soy una gallina”. Luego le habló el cordero diciéndole “lo lamento mucho, pero poco puedo hacer yo contra esa ratonera, con todo, quédese tranquilo que rezaré por usted Sr. ratón”. Entonces, el ratón, se dirigió a la vaca con sus advertencias, pero esta le respondió que con su tamaño no le afectaba y por lo tanto no le preocupaba. Preocupado y abatido, el ratón volvió a la casa resignado a sucumbir tarde o temprano en la ratonera del granjero.
Por la noche, mientras todos dormían, la ratonera funcionó con gran estruendo. La mujer del granjero se levantó de la cama y corrió a ver que había pasado, encontrándose con que la ratonera había saltado y apresado por la cola una cobra venenosa. Sin poder reaccionar, la cobra mordió a la mujer del granjero, que la llevó urgentemente al hospital.
Ella volvió con fiebre y su esposo pensó que lo mejor para bajársela era hacerle una sopa. El granjero cogió su hacha y fue en busca de la gallina. De un certero golpe la decapitó, limpió, cuarteó y preparó con ella un sabroso caldo para su esposa. Pero esta empeoró, por lo que empezó a recibir visitas de sus vecinos y amigos. El granjero, para alimentarlos y atenderlos, optó por sacrificar el cordero. Ni aún así. La mujer no mejoró y falleció a los pocos días. Entonces, el granjero tuvo que vender la vaca a un matadero cercano para poder pagar los gastos del funeral.
La moraleja es que la próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que no es tuyo, que no le debes prestar atención, piénsalo dos veces. Y esa moraleja es trasladable a lo que está pasando en España con los nacionalistas. Si seguimos pensando que no va con nosotros y mirando para otro lado, acabaremos como la gallina, el cordero o la vaca del cuento.

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