El desafío de Mr. Spock.

Hasta hace poco, la deriva socialista zapateril se dedicó a ocupar espacios reservados desde siempre a los nacionalistas, y estos se veían obligados a radicalizar su mensaje para diferenciarse de los socialistas. Esta radicalidad tenía que llevar a forzar situaciones que eran impensables no hace muchos años. Un ejemplo es el desafío del lendakari Ibarretxe de convocar una consulta popular independentista para el próximo 25 de octubre, a todas luces ilegal e ilegítima, para la cual había previsto, en estos tiempos de crisis, un gasto de más de 5,5 millones de euros.
Dicha consulta, aprobada en el parlamento vasco con el apoyo de los proetarras -esos que legalizó Zapatero-, suponía de hecho una ruptura de los principios constitucionales básicos, lo que obligaba a la coincidencia de los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP, contra este pretendido salto en la autodeterminación del País Vasco hacia la independencia.
Ha habido incluso quienes han defendido que la legalidad no puede ser obstáculo para la democracia, pero, como muy acertadamente afirmó Mª Dolores de Cospedal, los que defendían eso es que no creen ni en la legalidad ni en la democracia.
Parece que la situación ha cambiado, especialmente en la estrategia de los socialistas, que, esta vez si, han estado a la altura de las circunstancias y han actuado con presteza y contundencia contra el desafío nacionalista radical. Esta postura, unida a la ya tradicional y conocida del PP, han hecho posible que se traslade a la sociedad española una necesaria y reclamada sintonía en asuntos de Estado.
El TC ha admitido a trámite los recursos planteados separadamente por el Gobierno y por el PP -firmado por 50 senadores y 50 diputados populares-, lo que supone en la práctica la suspensión de la consulta de Ibarretxe. Ahora hay cinco meses para que el TC decida sobre la legalidad o no de dicha consulta, pudiendo incluso ampliar dicho plazo. Mientras, el gobierno nacionalista radical vasco, compuesto por PNV, EA y EB (franquicia de IU) legalmente no puede hacer nada en contra de dicha suspensión y por lo tanto no pueden seguir adelante, está con las manos atadas.
A Ibarretxe solo le queda un camino, disolver el parlamento vasco y convocar elecciones. Pero los sondeos no le son favorables. Está claro que intentará recoger los votos más radicales, pero perderá votos de muchos vascos nacionalistas moderados que creen en la España de las autonomías.
La gran esperanza es que los resultados que cosechen los socialistas y populares vascos sean suficientes para propiciar un cambio de gobierno en Ajuria Enea, lo cual necesariamente implicaría una vuelta a la normalidad de un pueblo, el vasco, dentro de nuestra España constitucional. Esperemos que así sea.

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