Hoy es día de resaca, de comentarios, de euforia. Hemos ganado. Somos los nuevos campeones de Europa. En algo teníamos que consolarnos y lo hemos conseguido. Con toda la crisis que tenemos encima, con los peores índices económicos de la Unión Europea, en fútbol hemos sido los mejores.
Nos costó Dios y ayuda clasificarnos para la fase final. Para empezar pasamos por encima de Rusia, Suecia y Grecia. Fuimos primeros de grupo y nos enfrentamos a nuestra bestia negra, Italia, 88 años sin ganarles en partido oficial y actual campeona del mundo. Ni por esas. Les dimos y como más duele, en la tanda de penaltis. Y nos volvimos a enfrentar a los rusos. Nuestros jugadores les dieron un baño que recordarán mucho tiempo, llegando a la final donde nos esperaba la todopoderosa Alemania.
Ellos tampoco pudieron con nuestra selección. Les mojamos la oreja y rompimos la historia. Hoy nadie duda de que nuestros jugadores han sido los mejores, los que mejor forma física han mantenido, los que mejor juego han exhibido. Europa se rinde ante nuestros seleccionados. La euforia se ha desatado y todo es fútbol.
Casi nadie se acuerda de la crisis que sufrimos. Muchos pensamos que hemos sido campeones a pesar de que el gafe de Zapatero asistió a la final. Menos mal que todo salió bien. La subida de la inflación, el aumento de los precios, los ajustes de plantilla, el incremento del paro, el descontrol del precio del dinero, los agujeros en nuestros bolsillos, las dificultades para llegara fin de mes, todo ha quedado relegado al triunfo de España. Necesitábamos un poco de alegría y a pesar de ZP la tenemos.
Para colmo, con el pasar de los días, durante este campeonato ha aflorado un sentimiento que muchos echábamos en falta. El orgullo de ser españoles. Mucho me alegra el que España haya sido la mejor y se haya coronado como campeona de Europa, pero más aún me alegra ver brotar espontáneamente la españolidad de todos aquellos que nos hemos sentido identificados con nuestra selección. Este gozo no podremos olvidarlo por mucho tiempo que pase.
Pero  también hemos seguido conociendo el sentimiento contrario, el de aquellos que odian todo lo que España significa. Me refiero a los separatistas, nacionalistas o no, que como el Urkullu, Erkoreca, Puigcercós o el Tardá han apostado por los rivales que iban cayendo ante el poderío de nuestra selección. Que se jodan y traguen quina, que con sus intenciones también han quedado en ridículo. Estos babosos que solo quieren romper España, aunque rabien en su interior, se morirán siendo españoles. No podrán cambiar lo que dice su partida de nacimiento. Nacieron en España y quieran o no seguirán siendo españoles. Ni referéndum ni gaitas, españoles.
Ahora a disfrutar la victoria. ¡¡Todos somos campeones de Europa!!
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