Cada vez que escucho a Zptero decir que España está en la champion ligue de la economía mundial me pongo de mala leche. No porque no sea verdad, que lo es, bueno lo era, porque cada día que pasa gobernando nos alejamos de los puestos de cabeza y ya estamos en puestos de descenso a la segunda división.
Muchos son los índices a tener en cuenta en cualquier país civilizado, moderno, occidental, avanzado y que aspire a encabezar la Unión Europea. Uno es el PIB. Cuando hace un año crecíamos a tasas del 0,9 por ciento intertrimestral, hoy estamos creciendo la décima parte, esto es, un 0,1 por ciento en tasa intertrimestral. Asimismo, la tasa interanual del PIB solo ha crecido un 1,8 por ciento, sin embargo hace un año la economía crecía al 4 por ciento.
Otro índice es el paro, cuyo crecimiento en España está siendo vertiginoso. En el segundo trimestre el año el número de parados ha crecido más del 35 por ciento con respecto al mismo periodo de hace un año, lo que suponen 621.500 personas más fuera del mercado laboral. La economía española se está convirtiendo en el lastre de Europa. Ha pasado de ser el generador de empleo al destructor del mismo. España eleva su tasa de paro al 11 por ciento, la más alta la Unión Europea. La UE-27 mantiene estable una tasa de paro del 6,8 por ciento, así como la Eurozona (15), que es del 7,3 por ciento.
Luego está la inflación, que en España está descontrolada. En agosto las familias españolas tuvieron que soportar como los precios subían un 4,9 por ciento, una tasa que no experimentaban los bolsillos de los españoles en este mes desde 1992. Esto, junto con el elevadísimo endeudamiento de las familias y las subidas de los tipos de interés, hacen que el comercio viva uno de sus peores momentos por la menor demanda. En junio de este año, el comercio al por menor disminuyó casi un 5 por ciento, mientras que el mismo periodo del año pasado el comercio estaba creciendo un 3,5 por ciento. Es la quinta caída consecutiva.
También el déficit. En tan solo 7 meses, España ya registra un déficit presupuestario acumulado de 9.965 millones de euros (el 0,89 por ciento del PIB), mientras que en el mismo periodo del año pasado hubo un superávit de 7.524 millones.
Paralelamente, en lo que va de año se ha gastado el 74 por ciento del fondo de contingencia, por lo que el margen de maniobra del Gobierno es prácticamente nulo. A su vez, la Seguridad Social ha registrado 114.000 afiliados menos. Sin olvidar que hay que transferir alrededor de dos mil millones de euros al SPEE (antes INEM) para poder hacer frente al aumento de prestaciones por desempleo.
Lo dicho, somos el farolillo rojo de la clasificación. Hay que cambiar al entrenador, a los jugadores y hasta los taquilleros.
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