La Feria no sería lo que es si no hubiera toros. Creo que nadie se atrevería a discutirlo, por eso el Ayuntamiento debería esforzarse en que estén a la altura de lo que Albacete se merece, y en este sentido aún recuerdo el nivel de calidad y repercusión que consiguió nuestra feria taurina con los Lozano. Llegó a televisarse para todo el mundo y esa es sin duda la forma con que mejor se da a conocer nuestra internacional Feria.
No es el momento de hacer balance de los años que llevan gestionando nuestra plaza la actual empresa, ha habido e todo, la mayoría negativo, pero los festejos que hemos tenido estos días son un ejemplo de lo que no deberíamos consentir.
Como no van a estar interesadas en explotar La Chata todas las empresas punteras del mundo taurino. Si es un chollo. Anuncien las ganaderías que sean, los carteles que quieran, el número de abonados está asegurado y la venta de entradas garantizada. Luego se cambian ganaderías, se descuelgan diestros, pero el éxito en taquilla sigue firme. La empresa se llena los bolsillos haga lo que haga.
Inventar que una comisión de expertos viaje al campo a visionar los toros a lidiar en feria es muy positivo, siempre y cuando, una vez elegidos se reseñen y señalen. Para eso todo lo que no sea ir con dinero por delante no sirve nada más que para fastasmear y engañar. Por ello no es de extrañar que del ganado observado poco es el que llega a salir por los chiqueros de nuestra plaza.
Para colmo, hasta horas antes de los festejos no hay seguridad de que las ganaderías anunciadas sean lidiadas. No digo que en alguna ocasión haya problemas y los veterinarios devuelvan algún animal, pero que eso se convierta en una costumbre me parece una tomadura de pelo. Eso sin olvidar la falta de presencia, tamaño, trapío de muchos de los toros y novillos que saltan al albero. Al final, salvo honrosas excepciones, la tónica general es que el ganado lidiado es de saldo, lo que sobra en el campo, impropio en la mayoría de las veces de lo que merece la afición de Albacete.
En cuanto a los carteles, dan la sensación de haber sido confeccionados a última hora, a empujones, incluso en algún caso incumpliendo el pliego de condiciones, pero con un pequeño retoque interesado, el Ayuntamiento traga y la afición paga.
Como todos los años, siempre hay algún torero que se descuelga del cartel y siempre es sustituido por otro mucho más modesto y si es posible de la tierra -para cerrar bocas-. El resultado es un importante ahorro económico que siempre va al mismo bolsillo, al de la empresa. A nadie se le ocurre imaginar que si hubiera que sustituir a Andrés Palacios, la empresa pondría a Enrique Ponce.
Pero lamentablemente la afición, aunque tímidamente protesta, traga y paga. Y la empresa se forra a nuestra costa. Mientras el Ayuntamiento sonríe la gracia.
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