Se acabó la Feria

Es el momento de plasmar unas breves pinceladas de lo más destacado, para mí, de la Feria de este año. Empezar con que pese a todo, la feria puede con todo y con todos, incluido el tiempo, señalando que en esta edición hasta el tiempo ha acompañado. No nos podemos quejar del que ha hecho durante estos diez días.
Salvo el día del pregón, el día seis, que el agua hizo aparición y apunto estuvo de estropear el momento tan esperado por muchos. Tuvimos suerte y no fue para tanto. Aunque fuera con paraguas, la gente acudió como cada año a escuchar al pregonero, en este caso un albaceteño emigrado a la capital de España, López-Galiacho, pero que no ha perdido sus vínculos familiares y afectivos con nuestra ciudad.
El día siete tuvimos el primer problema. Se averió un tractor y provocó un retraso importante en la cabalgata ferial. A pesar de que se me tache de antialbaceteño, la cabalgata cada año es más larga y pesada, y soy de los que defiende que hay que tomar medidas drásticas para acortarla y reducir el número de carrozas sin gracia ni categoría para desfilar. Sin olvidar que hay que excluir las peñas de jóvenes en camiseta que toman al asalto la cabalgata como excusa para hacer un botellón itinerante. Que las autoridades lo consientan año tras año es una vergüenza.
El retraso mencionado se trasladó a la apertura de la puerta de hierros, originando que las puertas laterales del recinto ferial tardaran en abrirse, lo que unido a la sustitución de los fuegos artificiales que se lanzaban antes de proceder a dicha apertura, creó cierta confusión. La sustitución de los fuegos artificiales por un castillo de luces no me gustó, aunque habrá versiones para todos los gustos.
Como aspecto más positivo reconocer el esfuerzo en la instalación de servicios, destacando y reconociendo el ingrato e impagable trabajo del personal que los atendía e intentaba que estuvieran en condiciones. Igualmente hay que felicitar al numeroso e incansable personal de limpieza que se ha esforzado por mantener la feria en condiciones aceptables. Pero contra todo ello hay que mencionar el incivismo y la falta de educación de muchos de los que han acudido a la feria.
Especialmente lamentable que sean mayoritariamente los jóvenes los que optaban por hacer sus necesidades en cualquier sitio, sin olvidar el macrobotellón que se permite en los aledaños de la Plaza de Toros. Vergonzoso. Ya se que no faltará quien diga que eran una minoría, que lo eran, pero con todo el personal, los muchos medios, y muy buenas intenciones, si los usuarios no colaboran poco se puede hacer.
Actividades para todos los gustos y todas las edades. Muchas son tradicionales. Funcionan y apenas hay que cambiar algo para que sigan siéndolo. La afluencia de público está asegurada, pero los precios han sido más altos de lo que correspondía.
Punto y aparte merece la feria taurina. No me extraña que las mejores empresas taurinas quieran hacerse con ella. Es un chollo. Carteles compuestos a última hora, en algún caso incumpliendo el pliego de condiciones. Con una comisión de especialistas taurinos que dicen van al campo a ver el ganado a lidiar en la feria, luego apenas sale a la plaza alguno de los animales visionados y reseñados. Se cambian ganaderías anunciadas hasta pocas horas antes de su lidia. En resumen vemos un ganado de saldo, lo que sobra en el campo, impropio en la mayoría de las veces de lo que merece nuestra plaza. Pero lamentablemente la afición, aunque tímidamente protesta, traga y paga. Y la empresa se forra a nuestra costa. Mientras el Ayuntamiento sonríe la gracia.
Por cierto, sobre la sustitución de Enrique Ponce por Andrés Palacios. Salvando mis respetos y admiración por ambos toreros, me pregunto ¿algún entendido o crítico taurino nos podría decir cual es la diferencia de emolumentos entre uno y otro’.
No quisiera finalizar estas letras sin hacer un expreso y público reconocimiento a todos aquellos, policía, bomberos, protección civil, funcionarios, que trabajan mientras el resto se divierte. Gracias a todos.

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