Que nuestra entrañable y querida plaza de toros es incomoda y se ha quedado obsoleta es algo que todo el mundo reconoce. Por eso, lo ideal sería que el Ayuntamiento convocara un concurso de ideas para intentar mejorar la comodidad de sus localidades. Incluso su costo podría incluirse en el próximo pliego de condiciones. Seguro que no faltarían propuestas imaginativas para conseguir dicho objetivo y en todo caso, siempre sería positivo abrir un debate sobre el particular.
En esa línea, hace aproximadamente tres años, un reconocido empresario y aficionado de nuestra ciudad preparó un proyecto de remodelación de La Chata, que consistía en darle más altura a los asientos, de tal manera que se podían colocar las piernas más cómodamente, evitando con ello las molestias que ocasionan que uno coloque las rodillas en los riñones del de delante.
Esta idea que parece tan simple, venía avalada por un arquitecto de la ciudad y, una vez presentada al concejal taurino, incluso se procedió a realizar unas pruebas en nuestro coso. Se hicieron en el tendido 4 o 5 y con la presencia del promotor de la idea, el arquitecto, el conserje de la plaza de toros, los profesores de la Escuela Taurina de Albacete, e incluso me aseguran que algún matador local en activo. Por supuesto a este grupo hay que añadir los albañiles que realizaron la prueba correspondiente.
Según parece la prueba fue altamente satisfactoria, llegando a la conclusión los asistentes que la altura ideal a la que habría que levantar los asientos era de unos 12 cm. Los nuevos asientos serían atornillados sobre los actuales y consistirían en unas piezas especialmente fabricadas de poco peso y mucho más cómodas. Además, incluso se especificaba que su instalación no duraría más de dos meses y su costo no superaría, entonces, los noventa mil euros.
Una vez comprobado lo positivo del proyecto, con el compromiso de guardar la debida discreción, el mismo fue a parar al cajón del olvido del concejal de asuntos taurinos de nuestro Ayuntamiento. Nadie, de los pocos que conocen el proyecto, sabe explicar los motivos, pero ahí sigue, durmiendo el sueño de los justos.
Igual es que, ante la posibilidad de sacar a concurso la construcción de una nueva plaza de toros en las inmediaciones de la Fiesta del Árbol, a cambio de su explotación durante cuarenta o cincuenta años, los intereses que están en juego aconsejan no hacer nada con La Chata, ya que, si se encontrase alguna solución a su actual incomodidad, dejaría de interesar la nueva instalación y claro, estamos hablando de palabras mayores.
Sea así o no, la afición tiene derecho a conocer si hay solución para La Chata, y nadie tiene derecho a esconder y ocultar cualquier idea en ese sentido.
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