La excepción.

Siempre se ha dicho que generalizar es un error, un tremendo error diría yo, por eso he de mostrar mi alegría al comprobar como un importante socialista ha roto todas las previsiones al mostrarse públicamente a favor de la vida y en contra de la muerte, es decir el aborto. Me estoy refiriendo al Presidente de Uruguay, D. Tabaré Vázquez, que haciendo uso de las facultades que le confiere la legislación de su país, vetó el proyecto de ley que acababa de aprobar el Congreso y el Senado de dicho país, y que consistía en legalizar el aborto en Uruguay.
Ya se que nos pilla muy lejos, pero no deja de ser un gesto, valeroso y sorprendente, que un Presidente de un gobierno de izquierdas, que pertenece a la Internacional Socialista, se haya plantado frente a sus propios correligionarios para defender los derechos de los no nacidos, dando un ejemplo a tanto progre suelto.
Curiosamente, la norma que había aprobado el parlamento uruguayo y que D. Tabaré Vázquez vetó, se llamaba Ley de Salud Sexual y Reproductiva. O lo que es lo mismo, cuando te van a dar una puñalada trapera, lo mínimo que hacen algunos políticos progres es vendértela con que te están haciendo un favor.
Está claro que este señor, con todas las letras, ha demostrado que el derecho a la vida está por encima de cualquier ideología y debe ser defendida por nuestros políticos. Eso deberían hacer muchos de nuestros políticos, comprender que con gestos como este seguiríamos creyendo en ellos, pero para eso deberían ser tan valientes, íntegros y honestos como el presidente uruguayo.
En la argumentación el citado veto, D. Tabaré Vázquez defendió que el aborto es un mal social que hay que evitar, poniendo como ejemplo que en los países donde se ha legalizado, el número de abortos se ha multiplicado. Así, en los EE.UU., en los diez primeros años de su legalización, el número de abortos se triplicó. Actualmente su cifra se mantiene, es decir se ha instaurado como costumbre. En España lo mismo.
Tal como reconoce la ciencia, no se puede ignorar la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, y por lo tanto legalmente este hecho no se puede obviar. Está demostrado que desde el momento mismo de la concepción allí hay una vida humana. Pero donde más valiente y emotivo estuvo su argumentación es cuando defendió que una nación se mide por cómo protege a los más necesitados, como paso previo a la obligación que tiene de proteger a los más débiles, identificados con los no nacidos, por el mero hecho de su propia existencia. En este sentido, D. Tabaré Vázquez utilizaba la carta magna de su país y diversos tratados internacionales, como la Convención Sobre los Derechos del Niño, para explicar que tienen la obligación expresa de proteger la maternidad y la vida del ser humano desde su concepción.
En cuanto al tema de la objeción de conciencia, fue también utilizado como argumento en el veto planteado, al entender que su regulación dentro del proyecto de ley era deficiente, puesto que generaba una discriminación injusta hacia aquellos médicos que su conciencia les impidiese realizar abortos, e incluso hacia aquellos que pudieran cambiar de opinión y no volver a realizarlos.
En su veto, se calificaba de error el declarar que el aborto es un acto médico, en contra de declaraciones internacionales como las de Helsinki y Tokio, que asumen los principios de la medicina hipocrática, es decir, defienden que el médico debe actuar a favor de la vida y de la integridad física.
El presidente uruguayo apostaba por la búsqueda de soluciones que permitan salvar dos vidas, la de la madre y la del ser no nacido, proponiendo acabar con las verdaderas causas que llevan a las mujeres a tomar una decisión tan drástica y dolorosa.
Hasta el ex presidente uruguayo Luis Alberto Lacalle, ahora su contrincante, ha aplaudido su actitud, llegando a calificarla de valiente. Eso mismo debería hacer Zapatero y de paso aprender un poco, aunque es como pedir peras al olmo.

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