Reculando.

Los socialistas castellano manchegos han dado muestra de su integridad a lo largo de los años, basta recordar como fueron capaces de apoyar, votar, respaldar y vitorear el Plan Hidrológico Nacional elaborado por el gobierno de Aznar, para, casi inmediatamente, una vez llegó Zapatero al gobierno y lo derogó, posicionarse frontalmente en contra, denostarlo, rechazarlo, criticarlo y repudiarlo.
Todo esto, defender hoy una cosa y mañana la contraria, son capaces de hacerlo sin el menor sonrojo, sin la menor vergüenza. Como algo natural. Por supuesto siempre acompañados de sus acólitos que aceptan lo que sea, como sea y para lo que sea. Les da igual que les digan blanco, que negro, que verde. Lo ha dicho el jefe, bien dicho está.
Lo triste es que se había conseguido una solución para la España seca, solo trasvasando agua desde la desembocadura del Ebro, sin quitarles una gota a las comunidades por donde transcurre este río, pero los socialistas aragoneses y catalanes, con engaños y manipulaciones consiguieron echar por tierra la solución acordada.
Para Castilla La Mancha era también la solución. Si al levante sediento le llegaba agua del Ebro, dejarían de necesitar la nuestra. Ese si que era el final de esa infraestructura. Pero los socialistas de nuestra región aceptaron sin rechistar el cambio de postura, traicionando a nuestra gente.
Incluso Barreda pensó que la bandera del agua podría dejar fuera de juego a los populares, por lo que se echó un farol, ponerle fecha de caducidad al trasvase. Pero no contó con que la presidenta popular no es manca a la hora de jugar sus cartas, y le aceptó el envite. Ella también apoyó dicha fecha de caducidad. Y el tema marchó bien, hasta que llegó la hora de tramitar el nuevo Estatuto en el Parlamento nacional, con la casi nula posibilidad de que en él se admita la cláusula de caducidad. Todos lo saben, en voz baja y en voz alta. Es impensable que se apruebe cerrar el grifo a Alicante, Murcia y Almería, al menos hasta que no tengan asegurada otra forma de abastecerse de agua.
Barreda, para colmo, en vez de, como dice Mª Dolores de Cospedal, hacer amigos, intentar acercamientos, aunar posturas, optó por buscarse enemistades. Más o menos hizo como aquel que llamando a una puerta decía “abre que te voy a dar una paliza”, a lo que el de dentro respondió, “eso para que te abra”.
En el colmo de la estupidez, llegó a amenazar con retirar el Estatuto si no se incluía la cláusula de caducidad del trasvase. Luego, pocos días después, se reunió con la asociación de periodistas parlamentarios y empezó a recular. Aunque sus corifeos han intentado enmascararlo, ya no estaba tan chulo. Ya estaba dispuesto a otras soluciones intermedias. Vamos que se veía venir, le habrán llamado a capítulo y no habrá caducidad del trasvase, ni retirará el nuevo Estatuto. Eso seguro.

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