Otro error de bulto.

Cualquier padre de familia sabe que cuando vienen las vacas flacas, la mejor solución es apretarse el cinturón, eliminar gastos superfluos, mejorar la administración familiar, ser rigurosos e intentar limitar el gasto a los ingresos. Otra posibilidad es huir hacia adelante, es decir, gastar más de lo que se ingresa, y para ello solo queda la opción de aumentar el endeudamiento familiar, lo que conlleva un riesgo que, en tiempos de crisis, aumenta exponencialmente. Por eso en estos momentos, los ingresos de muchas familias no dan para cubrir los gastos a los que estaban acostumbrados. Si además se pierde el empleo, la situación se complica, y si a eso le unimos que las entidades financieras han optado por cerrar el grifo del dinero, todo se torna dramático.
El precio del petróleo ha caído, y el del dinero está bajando, aún así el mercado financiero no ofrece liquidez suficiente, estrangulando el tejido empresarial. Aquí es donde un gobierno serio y responsable debe incidir, en facilitar esa financiación que escasea a nuestras familias, autónomos y empresas, grandes y pequeñas.
Basta mirar fuera de nuestras fronteras para comprobar lo que están haciendo otros. En Portugal por ejemplo, han optado por bajar el Impuesto de Sociedades hasta el 12,5%. Es decir, lo inteligente es que los gobernantes reduzcan los impuestos para que sus ciudadanos, sus familias, sus autónomos y sus empresas tengan más dinero en sus bolsillos, por lo tanto más liquidez, y así se incentive el consumo, que genera movimiento, riqueza, y empleo. Toda esa actividad a la larga hace que los ingresos por impuestos crezcan, mientras que si e suben los impuestos, bajan las posibilidades financieras, se reduce el consumo, y a la larga hay menos ingresos vía impuestos.
En España, Zapatero ha elegido esta última opción, lo cual, con sus antecedentes como vidente no es de extrañar. Aún se recuerda su empeño en negar la crisis, hasta que nos cayó encima, luego se dedicó a culpar a los americanos de ello, más tarde nos vendió la moto de que no había de que preocuparse, que España estaba mejor preparada que el resto de países de nuestro entorno para afrontar el mal momento económico, y en realidad vemos como esta crisis nos afecta el doble que ellos. Por eso, cuando Zapatero ha optado por más gasto, más deuda y más déficit, sabemos que otra vez se equivoca, y lo peor de todo es que sus equivocaciones las pagamos los demás.Es la última ocurrencia de Zapatero, capaz de contentar a todos las comunidades autónomas. Solo es cuestión de reunirse bis a bis con cada una de ellas, regatear la aportación que tienen que recibir del Estado, darle más que el año pasado y todos tan contentos. Solo hay un pero, y es que al no ponerle un tope al montante a repartir, éste será mucho mayor de la cantidad disponible, lo que supone acudir al déficit y a la deuda, es decir si repartes lo que no tienes, hay que pagarlo y con intereses.

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