La actual situación económica obliga a los gobernantes a cuidar los puestos de trabajo que todavía se mantienen. Es decir, lo prudente e inteligente es facilitar, dentro de lo posible, la continuidad de las empresas instaladas en su entorno y evitar la fuga de cualquiera de ellas a otros lugares donde les ofrezcan mejores condiciones.
En este sentido, en nuestra ciudad tenemos un caso donde se está haciendo todo lo contrario, poniendo en peligro un buen número de puestos de trabajo. Me refiero a los obstáculos que desde nuestro Ayuntamiento se le están poniendo a la empresa Gamesa.
Esta empresa necesita grandes extensiones donde depositar y almacenar las palas eólicas que fabrica en Romica, y para ello está utilizando dos grandes parcelas contiguas a dicho polígono. En estas parcelas no se ha construido nada, ni se ha llevado luz, o el agua. Solo dejan allí las palas hasta que se las llevan al parque eólico correspondiente. Pero ese uso en ese suelo no se permite específicamente por la normativa actual, y en vez de buscar una solución razonable y legal, desde el consistorio se le insta a abandonar dichos terrenos, amenazándole con sanciones y precintos.
La consecuencia inmediata y lógica es que la empresa, ante las dificultades que se le ponen desde la administración local, está sondeando trasladarse a otro lugar. Pero no a otra parcela, sino a otra localidad que sí entiendan las especiales necesidades de su actividad y donde se han ofrecido a facilitarle su instalación.
De manera que Gamesa, me consta, está recibiendo ofrecimientos de varios municipios donde ubicarse sin tantos peros, por ejemplo Ciudad Real. Y lo peor es que se lo está pensando, por lo que el peligro se cierne sobre cerca de cuatrocientos trabajadores que directa o indirectamente, dependen de la actividad de Gamesa.
Si al final esta empresa se va de Albacete, seguro que veremos a nuestros responsables municipales dándose golpes de pecho, mientras se quedarán en la calle cuatrocientas familias.
Aún hay tiempo. Todavía se puede solucionar. Luego solo quedará lamentarse.
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