El chiriguito

En un restaurante cada uno tiene su cometido y en función de este, su responsabilidad. Hay un dueño, que pondrá un gerente al frente del establecimiento. También habrá un cocinero que conformará su equipo de pinches. Luego queda elegir a los camareros que tendrán que atender a los clientes. Si un día un cliente se intoxica, lo último que se les ocurrirá es acusarlo de crear alarma para ahuyentar al resto de clientes. Debiendo cada uno asumir su parte de culpa. Los camareros por servirle el plato mal cocinado. El cocinero y su equipo por haber elaborado un plato con productos en mal estado. El Gerente por no haber estado atento a lo que se cocinaba. Y por supuesto el dueño como máximo responsable del servicio que se ofrecía en el establecimiento.
Salvando las distancias, es lo que ha pasado en CCM. El dueño viene a ser el Sr. Barreda, máximo responsable de que una entidad financiera como esta, básica para el desarrollo económico de nuestra región, funcione adecuadamente. Luego estaría el gerente, que sería la Sra. Araujo, la cual es la responsable legalmente de vigilar y tutelar que la entidad funcione correctamente, hasta el punto de tener la potestad de nombrar y remover discrecionalmente un representante como miembro de la Comisión de Control de CCM, por lo que puede y debe conocer pelos y señales de lo que allí ocurre, en caso contrario sería una dejación de funciones imperdonable y que debe pagar con su cargo.
Luego estaría el jefe de cocina, el Sr. Hernández Moltó, que junto a su equipo directivo (pinches) se encargaban de cocinar los menús, lo cuales eran servidos a los clientes por los camareros, en este caso los miembros del Consejo de Administración y que estos daban por buenos. En este punto quiero recordar que en ese consejo hay representantes políticos, tanto populares, los menos, como socialistas, pero también hay impositores, empresarios y sindicalistas. Y todos tienen su responsabilidad, como así se lo ha hecho saber el Banco de España anunciándoles la apertura de un expediente que puede suponerles una sanción de hasta 150.000 euros y diez años de inhabilitación.
Pero nada comparable con el cocinero y su equipo que son los que realmente han cocinado con productos caducados, la gerente que sabiendo lo que se cocinaba, ha mirado para otro lado y el dueño que no ha querido enterarse de lo que pasaba. Los que no tienen culpa son los intoxicados y tampoco los que se han quejado de la intoxicación.
A pesar de ello hay quién ha creído las excusas de Barreda sobre que la culpa la tiene la oposición por denunciar la situación, sin pensar que si la estos no hubieran levantado la voz ante lo que pasaba, la situación podría haber seguido degenerándose hasta conseguir que se llegara a la ruina total de la entidad, perdiéndose los ahorros de miles de vecinos y viendo como los empleados se quedaban sin trabajo. Aunque entonces la culpa también sería de la oposición por no denunciar lo que estaba pasando.

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