Marionea

Una de las imperfecciones de la política municipal hace que cuando el cabeza de cartel de una candidatura se marcha, normalmente sea sustituido por el siguiente. Como ocurrió cuando el anterior Alcalde de Albacete fue enviado, por las buenas o por las malas, a Madrid como diputado nacional. El siguiente en su lista era Carmen Oliver, por lo que fue designada Alcaldesa, aunque fuera de rebote y por sustitución.
No dudaré yo de su preparación, ni siquiera de sus méritos, pero por encima de todos hay uno que destaca, es mujer, y con la estúpida nueva normativa esa condición debió de pesar y mucho a la hora de adjudicarle el segundo puesto de la lista dándole la posibilidad de sustituir al primero.
De la noche a la mañana y sin comerlo ni beberlo, se vio al frente de una alcaldía para la que no se había presentado como candidata, amén de que el grupo municipal que la respaldaba no lo había conformado ella, sino su antecesor, con lo que su autoridad sobre sus componentes es más que dudosa.
Esto ha derivado en que su puesto no se lo ha ganado en una elección popular, lo ha conseguido por designación directa de los prebostes de su partido y a los que les debe disciplina, obediencia y agradecimiento, hasta el punto de haberse convertido en una marioneta que va, dice y hace lo que le indican, pero rara vez lo que quisiera.
Si ella hubiera encabezado la lista municipal, habría elegido a sus compañeros de candidatura, y si hubiera ganado, tendría toda la autoridad para gestionar la alcaldía como realmente cree debe hacerse. Pero no es el caso y a cada paso que da, más se convence de que es cierto aquello de que, cuanto más te agachas, más se te ve.
Solo tiene dos posibilidades, o se pliega a seguir de marioneta, con lo que es posible que en las próximas elecciones municipales, como premio, encabece la candidatura socialista municipal, pudiendo elegir a algunos compañeros de aventura, o tire de carácter, asuma riesgos y tome sus propias decisiones para darle al Ayuntamiento de Albacete su toque personal, ganándose por derecho propio encabezar esa lista.