Infamia gravísima.

Es como ha calificado Rubalcaba la denuncia de María Dolores de Cospedal, sobre las escuchas ilegales a las que, según ella y yo le creo, está siendo sometido el Partido Popular, olvidando los antecedentes que hay. O no se acuerda de las escuchas del CESID, donde muchos, incluido el Rey, fueron espiados y grabados “aleatoriamente”. Aquél escándalo le costó el puesto a Narcis Serra, el cual fue “castigado” con la presidencia de una de las cajas catalanas.
Para los socialistas, mantener el poder es su mayor prioridad, y para ello son capaces de utilizar y manipular cualquier resorte del Estado que convenga a sus intereses. Ellos no distinguen entre el Estado y el partido. Por eso no dudan en usar a la policía, el CNI, la Judicatura o la Fiscalía, aunque sea desde Costa Rica, para atacar a la única formación que puede suponer un peligro para su hegemonía.
Con esa confusión, como no van a propasarse los escoltas de Zparo con un periodista que se ha atrevido a fotografiarlo en la vía pública cuando hacía deporte. O quién les va a impedir asaltar la habitación del hotel de otra periodista, por el hecho de haber solicitado que diera a la zona donde está hospedado, a costa de nuestros bolsillos, nuestro ínclito presidente. No es suficiente para protegerle con los más de 200 escoltas que le custodian, que tienen que pisotear los derechos de los demás.
Por eso no me han extrañado nada ver a los concejales del PP de Baleares esposados y desfilando ante los medios de comunicación. Luego serán inocentes o no, ya veremos, pero de momento el daño a su imagen y su honor no hay quien se lo quiete. Si se tratase de un socialista, esas imágenes y ese trato no se habría dado seguro, ni aunque se les encontrase debajo de un colchón chorrocientos mil euros.
El tonto útil de turno se ha hecho responsable, diciendo que se le olvidó transmitir las órdenes del Subdelegado del Gobierno en las islas. No pasará nada. Como mucho se le cesará y se le castigará con un ascenso como a los mandos del 11-M. Al fin y al cabo ha servido a la causa.Él sí que es una infamia.

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