Si Gila levantara la cabeza.

Seguro que haría más de un chiste sobre lo sucedido con el Alakrana. Aún recuerdo sus historias sobre la mili o la guerra, y me devuelve la sonrisa que Zparo nos está borrando de la cara. Ahora, en la vida real, nos convertimos en el hazmerreír del mundo civilizado y por civilizar, cuando una banda de harapientos piratas, drogados y borrachos, ponen en jaque a nuestra Armada, la tercera de Europa por su importancia.
Estoy convencido que ni haciéndolo aposta puede salir tan mal. Es increíble el grado de incompetencia que ha demostrado este gobierno zapateril para tratar y resolver un caso como el del Alakrana. Está claro que por muchos cargos que le regalen a uno, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Sorprende, y habrá que pedir responsabilidades por ello, que un atunero español ignore las advertencias de los buques de guerra de la zona, y se aleje de las aguas por ellos protegidas. También habrá que saber quién realmente dio la orden de traer a España a los dos piratas capturados, sin valorar sus consecuencias. Como habrá que aclarar el espectáculo de entrada y salida de la Audiencia Nacional del piratín.
Por supuesto que hay que explicar las mentiras y contradicciones sobre el desembarco fantasma de tres marineros, con conocimiento puntual y seguimiento de a donde los llevaron y donde estaban, según el gobierno, y que luego ha resultado que nunca pisaron tierra. Menuda credibilidad de nuestros servicios de inteligencia.
Lo de que hasta que las familias no aparecieron en los medios de comunicación apenas se supo nada es otro cantar, pero lo de las negociaciones realizadas por un gobierno democrático con una banda pirata es de película. Las condiciones acordadas y sus garantías de cumplimiento avergonzarán a más de uno. La fórmula de pago también, y si se ha incluido el retorno a su país de los piratas pendientes de juicio, eso si que sería para que alguno se fuera a su casa y no volviera a parecer jamás.
Finalmente, el pago del rescate, arrojándolo sobre la cubierta del Alakrana, donde se lo repartieron los piratas, es un grano más de este despropósito -si es ilegal pagar rescate, habrá que procesar a los que han intervenido en el mismo-. Y si añadimos que a pesar de los medios militares que teníamos, los piratas suben a una especie de patera y son capaces de llegar a la costa sin que detengamos a uno solo de ellos, tenemos los ingredientes perfectos para rodar una película, eso sí del género cómico.
Al final el Alakrana liberado, los marineros sanos y salvos, nuestro ejército ridiculizado, España humillada, el rescate pagado ¿con dinero negro o reservado?, pero eso sí, en el pueblo pirata, al estilo de la Isla Tortuga, la fiesta y el jolgorio continúa. Hasta se han casado ocho de estos piratas, lo que no se sabe es si dentro de nueve meses a los niños que nazcan les pondrán de nombre José Luis, y a las niñas Mari Tere.

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