En un Estado de Derecho, nadie, absolutamente nadie, está por encima de la Ley. Todos deben rendir cuentas de sus actos ante la Justicia, la cual decidirá, con arreglo a la normativa legal, si ha obrado correctamente o no.
Pero eso no va con España. Nosotros seguimos siendo diferentes. Aquí tenemos una clase dirigente intocable, que puede hacer lo que le venga en gana sin tener que rendir cuentas por ello. Algunos al menos se creen con ese derecho. Y lo peor de todo es que encuentran quienes les respalden en la exigencia de no tener que dar explicaciones a nadie.
Mucho de lo sucedido estos días es para salir loco. Cómo es posible que personas cultas e inteligentes, sean capaces de discutir la posibilidad de que un juez, bueno, malo o regular, pueda ser encausado. Acaso es que, según su trayectoria, está o no por encima de la Ley. Si el Presidente del Gobierno, el Rey, o quien sea, presuntamente infringe la Ley, tiene que ser juzgado. No puedo entender que alguien con un mínimo de sentido común lo discuta. Luego veremos si cometió delito o no, pero prejuzgar su culpabilidad, o inocencia, en función de quién haya efectuado la denuncia, me parece demencial ¿Estamos locos o qué?
Cómo es posible que la transparencia y explicaciones que se le exigen a otros, no se le pueda exigir al Presidente del Congreso. Si alguien, un medio, un particular, o quien sea, tiene dudas de su patrimonio real o la forma en que lo ha conseguido, tiene todo el derecho del mundo a decirlo o publicarlo. Tanto, como él a explicarse, y si considera que se le ha calumniado, acudir al juzgado directamente, no andarse con rodeos de fiscalías u otros cuentos.
En vez de dedicarse a buscar solución al verdadero drama de España, más de cuatro millones y medio de parados, de los que más de doscientos mil son castellano manchegos, nos salen con frentes guerricivilistas para que no se siente en el banquillo un juez que, por muy estrella que sea, presuntamente ha incumplido la Ley. O con nuestro paisano, dándose golpes de pecho por dudar de su honradez.Es “pa” mear y no echar gota.
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