Cuestión de confianza.

Además de sus muchos efectos, la crisis económica produce desconfianza, y esta se ha convertido en uno de los mayores problemas al que nos enfrentamos, y es que nunca, en la historia de nuestra democracia, un presidente del gobierno había perdido ésta al ritmo que lo está haciendo Zparo. Baste un dato, en octubre de 2004, el 43% desconfiaba de Zparo, cinco años después, tres de cada cuatro españoles desconfían de él. Paralelamente, en marzo de 2004 apenas el catorce por ciento pensaba que la situación económica era mala, ahora casi el setenta y cinco por ciento piensa así.
Por eso, la cuestión, con ser importante, no es cómo hemos llegado hasta aquí, sino qué camino nos queda por recorrer, y lo peor de todo, si seguiremos como vamos, cuesta abajo y sin frenos. Es decir, ¿conseguiremos empezar a salir de la crisis o seguiremos viendo como empeora nuestra calidad de vida? ¿Seguiremos destruyendo empleo y aumentando el paro? ¿Está en peligro el estado del bienestar? ¿Continuará creciendo el déficit de las cuentas públicas, disparándose la deuda e hipotecando nuestro futuro y el de nuestros hijos? ¿Continuaremos siendo el hazmerreir del mundo, por nuestra infumable política exterior, que nos ha hecho perder nuestro prestigio internacional? ¿Seguirán subiéndonos los impuestos, castigando y retrayendo aún más el consumo? Todas estas cuestiones son las que hacen que la confianza en los gobernantes suba o se desplome, como es el caso.
Y es que todo tiene su razón. Si tenemos un presidente elegido democráticamente, que se ha dedicado a negar las evidencias de una crisis económica, para luego calificarla de simple desaceleración, y en vez de gobernar se dedica a improvisar y malgastar los ahorros de todos los españoles, sin hacer nada por mejorar la situación, las consecuencias no pueden ser otras que las que tenemos sobre nuestras cabezas. Ahora se trata de si en dos años que nos quedan de su mandato, seguiremos cayendo o empezaremos a sacar tímidamente la cabeza del hoyo en el que nos ha metido su indolencia e incompetencia. El nivel de confianza en Zparo lo dice todo.
Está claro que la mayoría no confiamos en que él sepa lo que hay que hacer para salir de esta situación en que nos encontramos, por lo tanto, hasta las próximas elecciones, solo nos queda aguantar como podamos, aunque eso signifique que el bienestar de muchos se quede en el camino.
Y es que, los españoles queremos un gobierno con una política económica coherente, que sea austero en el gasto, que se apriete el cinturón, y que no solo se lo apriete a los demás, que no suba los impuestos, que facilite la financiación, la iniciativa, la inversión, la creación de puestos de trabajo, en definitiva que genere confianza.
Pero ¿cómo confiar en quien nos está hundiendo?

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