Aunque es muy difícil, pero todo es posible. Con un poco de más de entrenamiento e intención se puede conseguir ser más torpe. Me refiero a las últimas actuaciones del concejal responsable de asuntos taurinos de nuestra capital.
Como por algún lado tengo que empezar, aunque no era su primera metedura de pata, me remontaré a su empeño en retrasar la aparición del pliego de condiciones para la explotación de la plaza de toros. Su objetivo era poder adjudicarlo a sus amigos de Taurodelta sin que hubiera competencia. Él mismo había declarado que si por él fuera se le habría prorrogado y no habría habido concurso. Pero hubo dos ofertas y no pudo hacer de su capa un sallo, aunque ninguna cumpliera las condiciones exigidas, pero ya no había tiempo para improvisaciones y hubo que huir hacia adelante. Se adjudicó a la mejor y la otra acudió a los Tribunales, consiguiendo la anulación del concurso.
El pasado año, tras esta nueva y retrasada adjudicación, no hubo tiempo de constituir la comisión técnica encargada de ver las ganaderías a lidiar en la feria, pero para este año, con tiempo suficiente, nadie sabe dónde está la dichosa comisión. Aunque igual es secreta y anónima para que no se les pida cuentas.
De lo ocurrido con el precio de los abonos qué les voy a contar. Que las empresas están para ganar dinero y el Ayuntamiento para vigilar que esa ganancia sea legítima. Por eso lo sucedido solo se puede apuntar en el debe del responsable taurino por no cumplir con su responsabilidad de que se cumpla lo firmado. Dar lugar a que la empresa, después de la denuncia en un conocido crítico taurino, llame por teléfono a los abonados para devolverles lo cobrado de más, lo deja con el culo al aire.
Como ha dejado él a la Alcaldesa, cuando siguiendo sus indicaciones, contestó en sesión plenaria a la oposición que no había ningún proyecto o idea de subir los asientos de la plaza, como yo mismo había escrito. Ahora eso mismo es lo que se está haciendo y sin que nadie explique la contradicción. Claro que esta obra tiene más miga. Puesto que como ya denuncié, se aprobó la propuesta provisional de adjudicación de las obras sin que ninguna de las dos empresas aspirantes cumpliera las condiciones exigidas en el pliego. En ambos casos por baja temeraria en el precio y plazo de ejecución. A pesar de ello, como les había vuelto a coger el toro, optaron por adjudicar a una de ellas y si esta no aceptaba, a la otra, el caso es que se hiciese como fuera, hasta el punto de que se iniciaron los trabajos sin la necesaria adjudicación definitiva.
He dejado para el final el tema de los carteles, que claramente incumplen las condiciones exigidas en el contrato de concesión, pero que han sido aprobados en perjuicio del bolsillo de los abonados, sin que nadie los defienda.
Lo dicho, se podrá ser más torpe, pero ni aposta se puede hacer peor.
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