La pasada semana, el Alcalde de Madrid fue recibido por el Presidente del Gobierno en La Moncloa. La entrevista había sido concertada para solicitarle soluciones a la prohibición de más endeudamiento, no solo para el citado municipio, también para el resto de ayuntamientos de España, que se encuentran al borde de la bancarrota, por no decir que muchos en quiebra técnica.
Como siempre es malo generalizar, hay que decir que no es lo mismo endeudarse para realizar gastos superfluos o de propaganda, y hacerlo en gastos de infraestructuras necesarias para el desarrollo de la ciudad. Con todo no discutiré yo si es el caso de Madrid o no, ni si la deuda acumulada por la capital de España es pequeña, grande o enorme. Eso serán los madrileños los que en su momento lo juzguen. Pero hay que dejar claro alguna cuestión. La primera es comparar las cifras que representan la deuda del Gobierno de España, y la del Ayuntamiento de Madrid, y el esfuerzo económico que supone a cada uno hacer frente a ella.
El Ayuntamiento de Madrid solo tiene que dedicar uno de cada diez euros de su producto interior bruto local a pagar su deuda acumulada. El gobierno de la nación, presidido por el gurú de la economía mundial Rodríguez Zparo, se ve obligado a destinar cuatro euros de cada diez del PIB nacional. Por lo tanto cuatro veces más.
La segunda cuestión es que, mientras al Ayuntamiento de Madrid su deuda pública le equivale al 5% de su PIB local, la deuda acumulada por el gobierno zapateril supera el 42% del PIB nacional. Ocho veces más que el ayuntamiento capitalino.
La tercera cuestión es que de toda la deuda pública generada, ocho de cada diez euros son producidos por despilfarro del gobierno socialista de Rodríguez Zparo. Mientras que la deuda acumulada por los ayuntamientos solo supone el cinco por ciento de la deuda pública total española.
No quiero decir con lo anterior que la deuda de los ayuntamientos sea pequeña, que no lo es, ni que deberían seguir aumentando la misma, que tampoco, pero para prohibirles ese camino, como mínimo hay que dar ejemplo y el que ofrece Zparo deja mucho que desear. Incluso se permite incumplir su propia Ley de Contratos, que le obliga a abrir una línea de créditos ICO y que no ha puesto en marcha. Como tampoco ha puesto en marcha el prometido sistema de financiación local.
En definitiva, Zparo aprieta las tuercas a todos menos a su propio gobierno. Colapsa a los ayuntamientos negándoles la financiación que necesitan, lo que va en detrimento de los servicios que éstos prestan a sus ciudadanos, en muchos casos sin tener siquiera esas competencias. Y cada vez más ayuntamientos tienen que atender a más vecinos con menos dinero y eso solo lleva a un lugar, al caos. Tiempo al tiempo.
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