Con la que nos está cayendo encima y a Zparo solo se le ocurre echar mano de lo más rancio que tenía en su gobierno. El último vestigio de los gobiernos felipistas. El portavoz que negaba cualquier vinculación o conocimiento de la guerra sucia del Estado contra el terrorismo. El que llevaba la voz cantante cuando una pequeña parte de los fondos reservados se utilizaban para contratar a torpes mercenarios, y el meollo para llenar los bolsillos de muchos altos responsables socialistas.
Ese es el elegido por Zparo para remontar en las encuestas, que no para arreglar la caótica situación económica en que su incompetencia nos ha sumido. No ha buscado un experto economista de prestigio que aporte las soluciones y medidas que necesitamos, ha recurrido a un “vendedor” que sepa transmitir a la gente una realidad distinta y engañosa de la que padecemos. Ha elegido un alquimista, en palabras de Pablo Castellanos, experto en mentir, negar y tergiversar las evidencias más claras. No mejorará nuestra situación, pero nos la justificará mejor.
Su bagaje no tiene desperdicio. Sorprende su conocimiento en tiempo real de los atentados del 11M, su responsabilidad en el caso Faisán, y hasta su empeño en que seamos el único país europeo donde se censuran las estadísticas policiales, para evitar que sepamos que desde 2004 la delincuencia ha aumentado un 20%, al igual que el número de delitos, otro 20%, la población reclusa, un 30% o que hay un millón más de asuntos penales en los Juzgados -datos de la Fiscalía General del Estado-. Tampoco quiere que sepamos que nos hemos convertido en el principal importador de crimen organizado de la Unión Europea, habiéndose suplicado el número de estos grupos que operan en España, y que mueven veinticinco mil millones de euros al año, cifra superior al PIB de nueve comunidades autónomas.
Pero como ya he dicho, es más conocido por su patético papel negando la conexión del GAL con los gobiernos felipistas. Así, como portavoz del gobierno de Felipe González, negó repetidas veces que dicho gobierno socialista tuviera algo que ver con los GAL. Ni siquiera lo admitió cuando empezaron a llegar sentencias y condenas que todos conocemos. Ahora se ha quedado mudo con las últimas declaraciones del que fue su jefe de filas. A pesar de ello, como experto en desvirtuar y negar, seguirá vendiéndonos que lo blanco es negro. Y es que piensa que si se repite mil veces una mentira, al final se consigue convencer a muchos de que es verdad.
De aquella época adquirió unos conocimientos que le han servido para moverse por las turbias aguas del poder, habiéndose rodeado de una élite policial que mima, premia y protege, en detrimento de la gran mayoría de los miembros de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a los cuales tiene maltratados y pésimamente pagados.
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