El corralón.

Alguien cuyo nombre no viene al caso, fue invitado a visitar una finca donde se elaboraban unos jamones caseros de extraordinaria calidad. Extrañado por los magníficos ejemplares que allí vio, preguntó de que raza eran. Son de raza española, fue la contestación.
Ante su curiosidad, el dueño de la explotación le preguntó ¿sabe Vd. como cazamos los ejemplares de esta raza indómita?. El visitante, sorprendido por la pregunta, solo acertó a contestarle que a tiros en el monte, aunque él presentía que no era la respuesta correcta. No es así, le espetó el paisano. Verá, se lo voy a explicar y además entenderá por qué les llamo de raza española.
En esas montañas del fondo de mi finca hay un montón de manadas de cerdos salvajes. Para cazarlos busco un claro sin maleza, donde reparto unos puñados de maíz en el suelo. Pronto los cerdos acuden a comérselos y solo hay que reponerles diariamente la ración. Al cabo de una semana, construyo una cerca en uno de los lados del claro, sin dejar de reponer el puñado de maíz al que se han acostumbrado. Los cerdos desconfían, pero acaban volviendo al claro a disfrutar de la comida gratis.
Pocos días después hago lo mismo en uno de los lados, formando una L. Les sigo poniendo el maíz y tras breves dudas, los cerdos siguen bajando a comer. Así sucesivamente voy cerrando el claro por los cuatro lados y solo dejo una abertura para un portón. Los cerdos, acostumbrados a la comida fácil y abundante ya no desconfían, pierden el miedo a las cercas y entran y salen de ella con toda tranquilidad.
Un día coloco el portón, abierto eso sí, y cuando la piara completa distraída está dentro disfrutando de mi suculento y gratuito maíz, cierro la puerta. La reacción siempre es la misma. Corren en círculos buscando una salida, pero pronto se tranquilizan al ver que el maíz les sigue llegando, y como ya se olvidaron de tener que buscar su sustento, aceptan fácilmente su esclavitud. Ya son míos. Solo tengo que engordarlos y, llegado el momento, sacrificarlos para que me den estos magníficos productos.
A los españoles nos pasa algo parecido. El gobierno que sufrimos nos ha estado regalando programas, planes sociales, empleos públicos, cargos políticos, liberados, asesores, subsidios, y mil ayudas más, mientras migaja a migaja van confiscándonos nuestra libertad. Muchos no se dan cuenta de que no existe la comida gratis. Las ayudas o subvenciones que ofrece este gobierno las pagan exprimiendo nuestros bolsillos, y en vez de administrarlo para el bien común, lo dedican para su autobombo, comprar voluntades y domesticar a los más débiles.Solo así se entiende que en apenas siete años hayamos pasado de vivir en un paraíso a hacerlo en un infierno.

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