Asistimos estos días al debate sobre el estado de la Nación. Quien haya aguantado más de dos minutos a Zparo explicándose, se habrá quedado perplejo. Creíamos que ya lo habíamos visto todo de este hombre, pero sigue asombrándonos.
No sabemos en que mundo vive, ni con que gente se junta, pero lo que si sabemos es que está muy lejos de la realidad que se vive en nuestras calles y plazas. Zparo nos cuenta una fantasía que sólo él se cree. Ni los propios socialistas que lo mantienen se tragan sus mentiras. Solo lo aguantan porque ello significa seguir unos pocos meses más chupando de la teta pública.
La realidad es muy distinta. A día de hoy se contabilizan casi cinco millones de parados. La Seguridad Social ha perdido más de un millón setecientos mil cotizantes. Han desaparecido trescientos mil autónomos y ciento cincuenta mil empresas. Y solo estos datos son motivos suficientes para haber disuelto las cámaras y convocar urgentemente elecciones anticipadas. Pero para ello habría que tener un mínimo de vergüenza, que no es el caso.
Uno de los argumentos esgrimidos por Zparo ha sido que desconoce el programa del PP como alternativa, lo cual no es de extrañar por su desinterés en aceptar las propuestas económicas, laborales, sociales, educativas, etc. presentadas por los populares. Para Zparo todo lo que proponga Rajoy hay que rechazarlo, y luego le acusa de no hacer propuestas. La contradicción en persona.
La crisis ha atacado a todos los países de nuestro entorno, pero la mala gestión y el desacierto de Zparo ha hecho que las consecuencias en nuestro país sean mucho mayores que en el resto. Con él cada día somos más pobres, estamos más endeudados y nos alejamos más del resto de países. Un dato que lo dice todo. Cuando él llegó nuestra prima de riesgo respecto a Alemania era cero. Ahora hay días que hemos superado los 300 puntos de diferencia.
Pese a todo, Zparo sigue en su nube, permitiéndose hablar de políticas sociales en un país que se desangra por el paro y la deuda. El estado de la nación es como el del año pasado, pero un poco más jodidos.
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