Se acerca el momento y hay muchos motivos para cambiar de gobierno. Bastaría con los cinco millones de motivos que nos dan los parados producidos por la incompetencia socialista. Pero hay más motivos, muchos más.
Hay 550.000 motivos más, tantos como autónomos han tenido que bajar la persiana por el abandono al que los han sometido los socialistas. Hay otros 170.000 motivos, que son las empresas que han cerrado ahogadas por la inexistencia de crédito, hasta el punto de que nueve de cada diez han tenido problemas para acceder a él, sin olvidar los impagos de las administraciones.
Tenemos nueve millones de razones más, una por cada español que ante la indiferencia socialista, se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Y otro millón y medio de razones, tantas como familias tienen a todos sus miembros en paro, mientras los socialistas causantes de este drama siguen prometiendo el oro y el moro.
Pero los motivos no hace falta cuantificarlos. Los jubilados tienen suficientes motivos para no volver a confiar en los socialistas que les congelaron la pensión, por lo tanto ya saben lo que de ellos pueden esperar. Los empleados públicos sufrieron el mayor hachazo de su historia, por lo tanto idem de lienzo.
Y con todos estos motivos, el aspirante socialista, viceresponsable de todos los drásticos recortes sufridos en los últimos tiempos, hace semanas que nos anunció que tenía la solución contra el paro, él, miembro del gobierno que más empleo ha destruido. Eso sí, desde entonces nada de nada sobre las soluciones que propone.
Claro que no es de extrañar, lo sorprendente sería que uno de los culpables de los mayores recortes que se recuerdan en pensiones, educación o sanidad, tuviera solución a los problemas que él ha generado. Rugalcaba solo puede ofrecer las mismas propuestas que nos han hundido en la crisis, es decir, más despilfarro, más impuestos y más recortes, suficientes motivos para no volver a confiar en los socialistas.
Sobran los motivos para castigarlos en las urnas. Necesitamos un cambio que está en nuestras manos. Nosotros decidimos.
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