Era de esperar, la izquierda no ha concedido ningún plazo al nuevo gobierno de Cospedal y desde el primer día comenzó a calentar las calles. Ya tenían ganas de poder expresar su disconformidad con la situación. A los socialistas les consentían todo, a fin de cuentas eran sus cómplices, pero a Cospedal ni agua.
Según las elecciones, una amplia mayoría pensamos que si no se hubiese despilfarrado y gobernado con tanta irresponsabilidad ahora no harían falta tantos recortes. Pero que eso lo entiendan los sectarios de siempre, es mucho pedir. Éstos prefieren movilizar y encauzar el cabreo lógico de quienes pagan los platos rotos del anterior gobierno.
Todos piden que se pague esto, aquello o lo de más allá. Incluso se atreven a exigir que no se cierre el aeropuerto de Ciudad Real, instalación privada que ha contribuido a llevarse por delante a nuestra añorada CCM. ¿Cómo se atreven a defender que se apoye con más dinero público una empresa privada? Con lo que está cayendo y siguen defendiendo el despilfarro.
Los colectivos y asociaciones que el anterior gobierno ha dejado emperchado quieren cobrar, y están en su derecho. Nadie quiere que se recorte en educación, en sanidad, en servicios sociales, en infraestructuras, etc., pero nadie dice de donde sacar el dinero necesario para mantener el ritmo de gasto heredado.
Esa herencia supone que nuestra inflación supera la media nacional; que nuestro PIB ha registrado la mayor caída de todas las comunidades; que nuestro nivel de paro también sobrepasa el logrado a nivel nacional, destacando que el 25% de mujeres que quieren trabajar no pueden hacerlo, o que el 47% de los jóvenes que buscan empleo no lo encuentran.
Capítulo aparte merece nuestro déficit, generado por la catastrófica e irresponsable política manirrota seguida desde hace treinta años. Castilla La Mancha es la región con mayor déficit público de toda España. Y paralelamente nuestra deuda supera nuestra posibilidades de pago por muchos años.
Nos esperan años muy duros y dramáticos. Y es que los recortes de hoy son fruto del despilfarro de ayer.
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