No pinta mal.

Constituido el nuevo Parlamento y celebrado el debate de investidura para elegir nuevo Presidente del Gobierno, con más que suficiente mayoría, fue elegido Mariano Rajoy, con la esperanza mayoritaria de que sepa encauzar nuestra hundida economía patria.
En el citado debate hemos visto un nuevo estilo, y así se ha reflejado en los mercados internacionales. El Estado ha captado más dinero a unos intereses mucho menores, nuestra prima de riesgo se ha moderado, y la bolsa ha subido sensiblemente. Pero lo que realmente nos interesa es lo que Rajoy nos ha prometido cara al futuro inmediato.
Han sido varias las cuestiones comprometidas y a destacar, todas encaminadas a su empeño personal de estimular el crecimiento y potenciar la creación de empleo. Lleva meses repitiendo, y lleva razón, que no hay recuperación posible si sigue creciendo el paro. Por ello ha hecho especial hincapié en una futura reforma laboral al servicio de la creación de empleo y un apoyo decidido a los emprendedores, unido al saneamiento del sector financiero para que vuelva a llegar el crédito a familias y Pymes.
El problema vendrá con la dudosa predisposición al acuerdo entre sindicatos y empresarios para tomar drásticas medidas que beneficien estos objetivos. Al final, y ojala me equivoque, tendrá que ser el nuevo ejecutivo el que unilateralmente las tome.
Paralelamente Rajoy ha propuesto un objetivo prioritario, reducir en 16.500 millones de euros el déficit público español previsto para el próximo año, recalcando además que el mayor esfuerzo no puede recaer en los sufridos ciudadanos, sino que tiene que provenir de las Administraciones Públicas. Por ello propondrá un Pacto por la Austeridad y la Eficiencia que incluya a las CCAA y Administraciones Locales. Paralelamente aplicará una reforma del sector público para que prime la austeridad, una mayor eficiencia y combatir las muchas duplicidades actuales. Y como único compromiso de aumento de gasto, la actualización del poder adquisitivo de nuestros pensionistas.
Queda mucho, esto solo es el principio, pero éste no pinta mal.

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