España se merece al menos dos partidos antagónicos fuertes que sean alternativa de gobierno. Eso significa que necesitamos un partido socialista serio y en disposición de hacer una buena oposición que no permita al PP dormirse en los laureles.
Lo triste es que los socialistas, después de haber arruinado nuestra economía y haber sido castigados por las urnas, en vez de realizar una renovación profunda, vuelven a encomendarse a uno de los máximos responsables de dicho desastre.
En vez de analizar sus errores, jubilar a los culpables y buscar nuevas caras y personas que recuperen la ilusión perdida, los socialistas vuelven sus esperanzas a un personaje que ha colaborado y sobrevivido tanto a Felipe González como a Zparo, sin olvidar que su curriculum esté plagado de dudosas intervenciones en delicados casos como los GAL, SITEL, el 11M o el Bar Faisán.
Resulta patético que los socialistas confíen su recuperación al vicerresponsable de la desoladora herencia dejada. Que uno de los culpables de más de cinco millones de parados sea la esperanza de futuro para el socialismo español es desolador. Que vuelvan a confiar en alguien que ha dejado unas cuentas públicas en quiebra dice poco en su favor. Y si para colmo, resulta que con él de cabeza de cartel, han cosechado un derrota sin precedentes y una pérdida de más de cuatro millones de votos, podemos deducir que la renovación y la catarsis que el partido socialista necesitaba ni ha llegado ni se le espera.
En lugar de hacer autocrítica y examen de conciencia tras ese rotundo fracaso electoral, el congreso sevillano ha avalado la gestión realizada y que nos ha llevado a la ruina en que estamos. Difícilmente quien no ha sabido estar a la altura de lo que España necesitaba para capear la crisis, va a ser capaz de recuperar la confianza perdida.
Para colmo, el enfrentamiento vivido por los socialistas, y resuelto por ajustada diferencia, ha desembocado en un ajuste de cuentas, siendo solo el anticipo de lo que se avecina en los próximos conclaves regionales y provinciales. Las espadas se están afilando.
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