Lo de Valencia solo ha sido el principio. La izquierda aprovechará cualquier manifestación o protesta para convertir las calles en un hervidero. Ya lo avisaron los sindicalistas de clase, y menuda clase.
Sin entrar en si tienen razón o no para manifestarse, hay un cauce legal aprobado y aceptado por todos, y a él hay que atenerse. Nadie puede ocupar las calles e impedir el tráfico y la libre circulación del resto, si previamente no ha solicitado y obtenido permiso para ello, por lo tanto, cualquiera que incumpla esa obligación y ocupe un espacio público a la fuerza, al margen de sus motivaciones, debe obtener la respuesta apropiada de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Éstos representan el orden y la autoridad, y sin su intervención y protección todo se va al garete, y quedamos en manos de los extremistas y radicales. El orden público tiene un costo y todos debemos aceptarlo.
Es penoso que se intente criminalizar a la policía por defender a la mayoría pacífica de los ciudadanos. Es cierto que en los hechos de Valencia, en su inicio, eran los alumnos de un instituto, pero éstos fueron utilizados y azuzados por grupos de infiltrados para insultar y provocar a la policía. No olvidemos que están tipificados como delitos en el Código Penal la desobediencia, la resistencia o el atentado contra la autoridad. Y claro, cuando el agua se desborda, salpica a todo el que está cerca.
Con todo y con eso, según los datos conocidos, han sido más los policías heridos y contusionados que los manifestantes. Es más, de los 45 detenidos, solo 3 pertenecen al IES Lluis Vives, origen de la protesta, y la mayoría de éstos no son menores de edad.
Lo lamentable de todo es que los representantes de partidos democráticos arremetan contra la policía, alentando comportamientos delictivos de grupos organizados, sin saber distinguirlos de manifestaciones legítimas, para las que hay un cauce legal.
Lo sucedido en Valencia no es casual, es solo el principio. La izquierda, cuando pierde el poder, solo sabe calentar la calle y crear el caos. Y luego nos lamentamos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario