Día de pataleo.

Los culpables de la ruina general en que nos encontramos presumen hoy de haber parado España. Sí, aquellos que han colaborado y respaldado lo realizado por los socialistas durante tantos años, ahora, cuando no han transcurrido ni cien días desde que gobierna Mariano Rajoy convocan al paro general. Su incidencia real es escasa, y más si descontamos los que, aunque el derecho al trabajo está por encima del de huelga, cerrarán por miedo a los democráticos y progresistas piquetes informativos.
Los matones sindicaleros estarán rabiosos por la pérdida de influencia y financiación de sus organizaciones, las cuales han venido disfrutando de una protección impensable en cualquier otro país de nuestro entorno. Como viven los sindicalistas aquí, no lo hacen en ningún otro sitio.
Hoy en España hay un gobierno serio y decidido que en cien días ha hecho más que los socialistas-sindicalistas que les precedieron en siete años. Seguimos en estado crítico, pero las bases para superarlo se están poniendo día a día, y nada ni nadie podrá evitarlo. Por duro que sea el camino, los españoles confían en que Rajoy haga lo que tiene que hacer.
En nuestra región aún es peor. La herencia de casi treinta años de despilfarro socialista supera lo imaginable. Un déficit descontrolado y la deuda de más de 10.500 millones de euros que nos cuestan más de 300 millones anuales solo en intereses. Cospedal en 8 meses ha reconducido las cuentas imponiendo el equilibrio, la estabilidad y la sostenibilidad del presupuesto regional, logrando autorización para buscar la financiación necesaria que antes se nos prohibía. El resultado es que nuestra región empieza a pagar y pronto podrá ponerse al día.
Contra esa austeridad y reducción del despilfarro es contra las que la izquierda radical nos convoca hoy a parar. Ellos, colaboradores necesarios de quienes han puesto en peligro los servicios sociales básicos, pretenden hacer de bomberos cuando antes han sido los pirómanos. Gracias a su despilfarro de ayer hoy hay que recortar, y todos queremos que no sea a nosotros, que sea al vecino.

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