Todos perdimos.
Una semana después de que los sindicatos y sus socios de izquierda decidieran enseñarle los dientes al nuevo gobierno de Rajoy sin darle ni los cien días de cortesía, podemos sacar varias conclusiones. La primera y principal es el fracaso que supone que el paro fuera inferior a la anterior huelga general, a la cual los sindicatos convocantes se vieron obligados para intentar lavarse la cara por haber sido cómplices del desgobierno que nos estaba arruinando. Independientemente del poco o mucho seguimiento del paro, hay que destacar el costo, más de mil doscientos millones de euros, que en nuestra crítica situación no podemos permitirnos, lo cual indica la irresponsabilidad de unos sindicatos que antes ayudaron a nuestra caída y ahora obstaculizan nuestra recuperación. Pero teniendo en cuenta los liberados sindicales que mantenemos a costa de nuestros bolsillos y que la mayor parte de las empresas y trabajadores que cerraron o no pudieron trabajar, lo hicieron por la amenaza y la presión de los piquetes de matones que entienden que la decisión de parar no es personal, que para eso están ellos, la conclusión es que el seguimiento real fue minoritario. A pesar de la reforma laboral, la indemnización por despido en España es claramente superior a la de Alemania, Francia, Inglaterra o EE.UU., es más aquí no hay un mínimo de tiempo de trabajo para cobrar dicha indemnización, al contrario que en Alemania, Francia, Italia, Austria o Reino Unido. El periodo de prueba es inferior al de Francia y Reino Unido e igual al de Alemania, Italia y Suecia. Es decir, la reforma laboral nos acerca al resto de países de nuestro entorno. Los convocantes de la huelga no lo quieren reconocer, como tampoco que la mayoría lo que quiere es trabajar y no parar, pero el gobierno sabe lo que tiene que hacer y no dará marcha atrás. Ya ocurrió en Inglaterra, en Italia, en Grecia, o en Portugal, sus gobiernos tomaron las decisiones necesarias para superar la crisis y los sindicatos salieron a la calle. Montaron el pollo, pero ningún gobierno cedió. Eso mismo pasará en España.
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