El 29M se nos ha convocado a una huelga general. Justo lo que necesitamos en estos momentos. Cuando lo que hace falta es trabajar, van los sindicaleros de clase y sus socios recién expulsados del gobierno y nos invitan a parar. Menuda banda.
Mientras a Felipe González, a José María Aznar o a Rodriguez Zparo, los sindicaleros de clase no les plantearan ninguna movilización, y menos huelga general, hasta pasados siete u ocho años, a Mariano Rajoy no le han dado ni cien días de margen.
La excusa es la reforma laboral. Ésta fue aprobada tras más de dos años de negociaciones entre patronal y sindicatos, sin que llegasen a ningún acuerdo. Como la reforma era necesaria para salir del impás laboral en que nos encontrábamos, Rajoy les dio a las partes un nuevo plazo improrrogable, transcurrido el cual con el conocido desacuerdo, cumplió con su obligación y aprobó las medidas que consideraba oportunas. No obstante en su trámite parlamentario se podrán introducir modificaciones que mejoren el texto.
Está claro que algo había que hacer. No podíamos seguir sin hacer nada. Y teniendo en cuenta que las partes interesadas han sido incapaces de llegar a un acuerdo, es de agradecer que quien gobierna asuma su responsabilidad, coja el toro por los cuernos y gobierne. Para eso le votamos.
A corto plazo no se verán resultados, pero a medio y largo plazo supondrán una inflexión en el deterioro de nuestro mercado de trabajo. Con esa intención se ha legislado y estoy seguro de que los resultados le darán la razón a Rajoy. Cuando menos hay que darle un mínimo de tiempo para ver lo que consigue.
Lo patético es que los socialistas que nos han llevado a donde estamos, retomen la pancarta de la mano de los que han sido sus cómplices sindicales, y todo para evitar la pérdida de influencia y financiación de ambos, vamos que montarán el pollo para no perder el chollo, como demuestra que a los que convocan al paro, coleccionistas de relojes de 6.000 euros, cruceros de lujo y liberados de cientos de miles de euros, nadie les descontará el día de huelga.
Conmigo que no cuenten.
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