Cambio de mentalidad

Para salir del hoyo en que nos metieron los anteriores gobernantes socialistas hay que empezar por cambiar de mentalidad. Nos han y nos hemos acostumbrado muy mal. Teníamos derecho a todo sin pagar por casi nada, sin querer ver que nada es gratis, que lo que uno no paga, lo tiene que pagar el de al lado. Ahora no hay dinero para mantener el tren de vida que llevábamos, y cuando empiezan a recortarnos las prebendas de las que disfrutábamos ponemos el grito en el cielo. Todos entendemos y aceptamos que hay que recortar y ajustar, pero nos quejamos cuando nos toca personalmente.
En Alemania los sindicatos se financian básicamente con el 1% del salario bruto de sus afiliados. La figura del liberado sindical no existe. El Estado fija las condiciones generales de trabajo, los sindicatos y empresarios se sientan a negociar los salarios, la jornada laboral, los permisos o las vacaciones a incluir en los convenios colectivos. Caso de no llegar a un acuerdo, acuden a un mediador imparcial.
Por eso no es de extrañar que tengan casi siete millones de afiliados que con sus aportaciones sufragan todos los gastos sindicales, incluidos los de las huelgas. Eso en la práctica les supone una total independencia y autonomía. Ninguno de los grandes sindicatos alemanes tienen relación con los grandes partidos.
Además el artículo 9, párrafo 3, de la constitución alemana prohíbe toda huelga con motivos políticos. Y según sentencia de 1955 del Tribunal Federal del Trabajo (Bundesarbeitsgericht) una huelga general siempre tiene motivaciones políticas y no la mejora de un convenio colectivo. Por lo tanto, desde esa sentencia no se puede hacer huelga general en Alemania. Solo se permite si hay fracaso en la negociación del convenio colectivo del sector correspondiente.
Vamos más o menos como aquí, que solo en 2010, el ejecutivo central socialista adjudicó a los sindicatos mayoritarios más de 250 millones de euros para, entre otros, proyectos sobre moda, videojuegos, su historia, ordenar sus archivos, o para sus jubilados (diez veces más que a la Fundación Alzheimer).

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